Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
Es obvio que todo aquello que causa escándalo motiva a la preocupación, a replegarse, a protegerse, a tener cuidado para evitar ser contagiado o víctima de aquello que lo produce. Pero lo escandaloso es aquello que sobrepasa al escándalo, dándole matices mas impactantes y consecuencias, las mas de las veces, dañinas (en todos sentidos) a quienes son víctimas del escándalo.
Es el caso que en medio de la violencia rampante que se vive no solo en el puerto y en el estado, sino en la mayoría del país, a pesar de los esfuerzos de los tres niveles de gobierno para terminar con ella, los resultados son magros, escuetos, casi estériles habida cuenta de la proporción tan grande que ha adquirido, así como la permanencia en el ambiente y en el entorno.
Se han hecho propuestas para que se cambie la estrategia del combate a la delincuencia organizada o no, partiendo del principio de que la violencia genera violencia y en la especie, equivaldría a tratar de apagar un fuego arrojándole gasolina, de ahí que se propongan medidas preventivas, fortalecimiento de programas sociales, dar oportunidades a los jóvenes para participar en la planta productiva, tener acceso a la escolaridad, al deporte con la infraestructura necesaria, así como el fortalecimiento del núcleo familiar, para restaurar el muy dañado tejido social. En fin, son múltiples las propuestas de solución solo que estas no son de realización inmediata, se trataría de políticas públicas, con visión de estadista, y de realización a corto, mediano y largo plazo y, lamentablemente, nuestra llamada clase “ política” ha evidenciado poca capacidad o nulo interés para entrarle, de fondo y de lleno, a la solución de estos gravísimos problemas, aun cuando en esta época electoral, van a sobrar las propuestas ingeniosas, las promesas demagógicas, así como los sueños guajiros para tratar de interesar a los posibles votantes, lo cual ha acarreado el elevado porcentaje de abstencionismo en los procesos y en las jornadas electorales.
Todo ello nos ha puesto en la tesitura de observar, con verdadero escándalo, la proliferación, así como el aumento en el robo de automóviles, la mayoría de los cuales se realizan con violencia. Me refiero a los que se dan en este puerto.
En efecto, los medios nos reportan que en el año pasado se efectuaron más de tres mil doscientos robos de automóviles con violencia y en lo que va del año en curso, o sea en el mes de Enero, hasta el día 24, se han realizado 228. Si esto no es escandaloso, no sé que es lo que lo que lo sea.
Los medios nos reportan que la tónica siempre es la misma. De dos a tres individuos armados paran a su víctima, le indican al conductor o conductora que se baje, y a su familia si es al caso, con amenazas de muerte, y se llevan su auto, así como sus pertenencias personales, dejándolos con un pánico profundo y una sensación inaudita de impotencia. Esto sucede en cualquier parte de la ciudad, a cualquier hora del día y principalmente en la Av. Escénica “ Clemente Mejía”, en la colonia Colosio y en Puerto Marqués. Las autoridades reportan la recuperación de autos, pero son los que fueron abandonados por los malhechores y eventualmente algunos detenidos en algunos retenes, pero el asunto es que no se puede concebir que no haya toda una estrategia para dar con los asaltantes, pues actúan con una impunidad impresionante, ya que no es explicable que se sigan dando estos asaltos y no se detenga a las bandas que los perpetran, como en el caso del robo de tapas de alcantarillas o cables y tuberías de cobre. No es posible pensar que a pesar de lo escandaloso que resultan estos atracos, también por su número, no se haya realizado la captura de estos truhanes, ni se haya instrumentado una estrategia, de inteligencia, para su fin. Entonces la pregunta es obvia: ¿Qué pasa con la participación de las fuerzas armadas, la marina, los helicópteros, las policías preventivas de los tres niveles de gobierno, así como la ministerial? Parece que hay que replantear esta participación Lo escandaloso del caso lo amerita. O usted, atemorizado lector, ¿qué opina?
Es obvio que todo aquello que causa escándalo motiva a la preocupación, a replegarse, a protegerse, a tener cuidado para evitar ser contagiado o víctima de aquello que lo produce. Pero lo escandaloso es aquello que sobrepasa al escándalo, dándole matices mas impactantes y consecuencias, las mas de las veces, dañinas (en todos sentidos) a quienes son víctimas del escándalo.
Es el caso que en medio de la violencia rampante que se vive no solo en el puerto y en el estado, sino en la mayoría del país, a pesar de los esfuerzos de los tres niveles de gobierno para terminar con ella, los resultados son magros, escuetos, casi estériles habida cuenta de la proporción tan grande que ha adquirido, así como la permanencia en el ambiente y en el entorno.
Se han hecho propuestas para que se cambie la estrategia del combate a la delincuencia organizada o no, partiendo del principio de que la violencia genera violencia y en la especie, equivaldría a tratar de apagar un fuego arrojándole gasolina, de ahí que se propongan medidas preventivas, fortalecimiento de programas sociales, dar oportunidades a los jóvenes para participar en la planta productiva, tener acceso a la escolaridad, al deporte con la infraestructura necesaria, así como el fortalecimiento del núcleo familiar, para restaurar el muy dañado tejido social. En fin, son múltiples las propuestas de solución solo que estas no son de realización inmediata, se trataría de políticas públicas, con visión de estadista, y de realización a corto, mediano y largo plazo y, lamentablemente, nuestra llamada clase “ política” ha evidenciado poca capacidad o nulo interés para entrarle, de fondo y de lleno, a la solución de estos gravísimos problemas, aun cuando en esta época electoral, van a sobrar las propuestas ingeniosas, las promesas demagógicas, así como los sueños guajiros para tratar de interesar a los posibles votantes, lo cual ha acarreado el elevado porcentaje de abstencionismo en los procesos y en las jornadas electorales.
Todo ello nos ha puesto en la tesitura de observar, con verdadero escándalo, la proliferación, así como el aumento en el robo de automóviles, la mayoría de los cuales se realizan con violencia. Me refiero a los que se dan en este puerto.
En efecto, los medios nos reportan que en el año pasado se efectuaron más de tres mil doscientos robos de automóviles con violencia y en lo que va del año en curso, o sea en el mes de Enero, hasta el día 24, se han realizado 228. Si esto no es escandaloso, no sé que es lo que lo que lo sea.
Los medios nos reportan que la tónica siempre es la misma. De dos a tres individuos armados paran a su víctima, le indican al conductor o conductora que se baje, y a su familia si es al caso, con amenazas de muerte, y se llevan su auto, así como sus pertenencias personales, dejándolos con un pánico profundo y una sensación inaudita de impotencia. Esto sucede en cualquier parte de la ciudad, a cualquier hora del día y principalmente en la Av. Escénica “ Clemente Mejía”, en la colonia Colosio y en Puerto Marqués. Las autoridades reportan la recuperación de autos, pero son los que fueron abandonados por los malhechores y eventualmente algunos detenidos en algunos retenes, pero el asunto es que no se puede concebir que no haya toda una estrategia para dar con los asaltantes, pues actúan con una impunidad impresionante, ya que no es explicable que se sigan dando estos asaltos y no se detenga a las bandas que los perpetran, como en el caso del robo de tapas de alcantarillas o cables y tuberías de cobre. No es posible pensar que a pesar de lo escandaloso que resultan estos atracos, también por su número, no se haya realizado la captura de estos truhanes, ni se haya instrumentado una estrategia, de inteligencia, para su fin. Entonces la pregunta es obvia: ¿Qué pasa con la participación de las fuerzas armadas, la marina, los helicópteros, las policías preventivas de los tres niveles de gobierno, así como la ministerial? Parece que hay que replantear esta participación Lo escandaloso del caso lo amerita. O usted, atemorizado lector, ¿qué opina?
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