De la entereza...

Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


No cabe la menor duda de que los grandes hombres, quienes son capaces de los grandes logros, las mas significativas acciones en donde resaltan las virtudes humanas, se caracterizan, entre otras, por la entereza manifestada, entendiendo por ello la fortaleza, es decir, la firmeza de ánimo.

Y uno de los ínclitos personajes de nuestra historia patria lo fue y lo seguirá siendo, sin duda, el héroe epónimo, el impertérrito, el Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez García.

Lo anterior viene a colación porque un día como el de mañana, 4 de Mayo pero de 1857, el egregio patricio regresó a nuestro país por el puerto de Veracruz, protegido por el entonces gobernador del estado Manuel Gutiérrez Zamora, después de haber salido movido por la Guerra de Reforma que se dio por la cual los eternos enemigos de México los terratenientes, el clero católico, la casta militar de entonces, o sea los conservadores quienes querían ( y siguen insistiendo) recobrar los enormes y excesivos privilegios que gozaron durante los trescientos años que duró el virreynato, y siendo el presidente legítimo después de que Comonfort dejó el poder, se desatò una guerra fratricida que duró tres años, habiendo aquellos usurpado el poder, dándose el penoso caso de haber tenido dos presidentes de la república al mismo tiempo, el del usurpador conservador y el legítimo de Don Benito Juárez.

Nuestro héroe estableció, recordamos, la capital en Veracruz y en Julio de 1859 promulgó las Leyes de Reforma, las cuales declaraban la nacionalización de los bienes eclesiásticos, la Ley del Matrimonio Civil que veía a éste como contrato, y del Registro Civil, así como la secularización de los cementerios y una de las grandezas de estas leyes, lo fue la instauración de la libertad de cultos, o sea que las personas podían escoger, adoptar, seguir cualquier religión o culto que mas le llenara para sus necesidades espirituales, acabando con la intolerancia de la clerecía que se oponía a la adopción de cualquiera otra religión que no fuera la suya. La guerra entre hermanos patrocinada por las clases mas reaccionarias de México terminó en el año de 1861.

Pero estos reaccionarios no quedaron contentos con el triunfo de la república y se organizaron para traer a un príncipe extranjero para que viniera a gobernarnos y éste tuvo la mala suerte de ser designado por su hermano el emperador austro- húngaro y fue así que llegó el ingenuo de Maximiliano, que a pesar de ser aristócrata, era masón, tenía ideas liberales, tanto, que los conservadores que lo trajeron se asustaron.

Por eso en Mayo de 1862, un día como pasado mañana, día 5, las tropas francesas, con los zuavos, la legión extranjera y demás elementos estando en Puebla, punto intermedio entre Veracruz, su lugar de desembarco y la ciudad de México, decidieron iniciar el ataque a los fuertes de Loreto y Guadalupe en donde se había parapetado el ejército mexicano comenzando las hostilidades en la mañana de ese día, pero con el agravante, vergonzoso y vergonzante, de que su ataque a las fuerzas nacionales se vio acompañado por el tañer de las campanas de todas las iglesias de Puebla, propiciado por el clero, para solidarizarse con el enemigo, avalando y celebrando su ataque el cual, por lo menos, fue frustrado ese día al haber sido rechazados, cubriéndose de gloria las armas nacionales, como lo dijo en su parte de guerra el General Ignacio Zaragoza, al presidente Juárez.

Estos tristes episodios de nuestra historia todos los conocemos, pero lo mas importante es recordarlos, cuantas veces sea necesario y, en especial para nuestros niños y jóvenes para que sepan de dónde y cuando se sentaron los pródromos de las libertades que actualmente disfrutamos, aun cuando hoy en día estas fuerzas retardatarias siguen en sus propósitos por la reconquista de sus canonjías de antaño. Pero no pasarán. O usted, patriota lector, ¿qué opina?