Por el Mtro. Fernando Reyes Baños
Dice Julio Numhauser que todo cambia en este mundo y hace algunos días comprobé que esta aseveración puede cumplirse incluso en Acapulco. La letra del autor, que fuera interpretada maravillosamente por la Voz de América, brotó como un eco en mi cabeza mientras contrastaba los recuerdos del lugar que estaba visitando y lo que ahora miraba.
Hubo antes de que entrara a las nuevas instalaciones un par de eventos que, digámoslo así, hacían necesaria esta visita: ver como estaba cambiado el lugar poco a poco su aspecto desde afuera y, principalmente, los comentarios que una persona había compartido conmigo en las instalaciones de Telefórmula justo antes de que pasara a entrevistarse con Marco Antonio Aguileta: “(…) se acaba de inaugurar _me dijo_ y está de primer nivel”. Pensé que seguramente estaba exagerando, así que hace un par de días, aprovechando que pasaba cerca del lugar y que tenía tiempo para detenerme un rato, me decidí comprobarlo por mí mismo.
Para quienes conocieron el viejo Cici de Ciudad Renacimiento, la diferencia con el nuevo les parecerá notoria. Hace algunos años yo iba a correr ahí. No era un lugar agradable. No es que hubiera inseguridad, bueno, al menos yo no recuerdo haber tenido algún problema. La gente que acudía al parque, gente mayor en las mañanas y gente más joven en las tardes, iba a correr, hacer ejercicio, jugar algún deporte o simplemente a socializar mientras caminaban en grupos de tres o cuatro, sin faltar por supuesto, las parejitas que buscaban ubicarse en un rincón apartado para ponerse románticas. Quizá, y hasta el momento en que yo dejé de ir (hace varios años ya) no era inseguro, lo que obviamente no significa que la seguridad que pudiera brindar un personal debidamente capacitado no faltara.
El gran problema, lo que hacía que el lugar no fuera agradable, era el aspecto de abandono que tenía, y no solo eso, sino que estuviera efectivamente casi abandonado: espacios de concreto sucios, llenos de hojas, basura y excrementos de perros y hasta de caballos, porque éstos y otros animales entraban sin ninguna clase de restricción; nula iluminación, ya fuera en las mañanas muy temprano o en las tardes cuando la luz de sol comenzaba a menguar; correr en tiempos de lluvia era terrible, porque como habían muchos árboles de mango, uno debía tener mucho cuidado para no resbalarse con las cascaras tiradas por doquier; coches que entraban y se estacionaban aquí y allá, señal inequívoca de que no había ningún orden o alguien que tuviera como función hacer que éste se mantuviera, si bien de vez en cuando podía verse a quienes aparentemente hacían sus rondines para vigiar el lugar.
Así era el Cici de Ciudad Renacimiento (las fotografías las tomé de Google Map):
El nuevo Cici de Ciudad Renacimiento es muy diferente ahora. Apenas te acercas a la puerta, te sientes obligado a preguntar al personal que está cuidando la entrada si el acceso es gratuito o no. Entras y el ambiente que se percibe, en primera instancia, es de orden y limpieza. Se aprecia la presencia de mucho personal, mujeres y hombres, todos vestidos con playeras reglamentarias, lo que te permite identificar claramente a quienes puedes dirigirte para pedir alguna información. Zonas con césped, lo que en el viejo escenario parecía crecer accidentalmente y a golpe de porrazo, en el escenario actual parece ubicarse estratégicamente en zonas destinadas para lucir como eso, como zonas con césped, ni más ni menos. Instalaciones nuevas que permiten realizar distintas actividades, tanto deportivas como recreativas. Para mí fue una sorpresa mayúscula acercarme a una de estas instalaciones y ver, desde afuera, a muchos niños bailando zumba, riéndose _dijeran mis paisanos “quitados de la pena”_ mientras seguían los movimientos del instructor.
Una sorpresa fue también el servicio de red inalámbrica que, mediante una clave de acceso que ellos mismos te facilitan, te permite navegar en Internet gratuitamente. Cuando me enteré de esto, me pareció bastante bien, pero cuando me enteré que tienen una biblioteca virtual me quedé, como dicen, “de a seis”. Un parque, en una zona con las características que tiene Ciudad Renacimiento (en donde, según dicen, “el viento no regresa”), con una biblioteca virtual me pareció demasiado. Me asomé y, si mi curiosidad hubiera sido mayor me habría aventurado a entrar y comprobar la calidad de los equipos y la rapidez de conexión, pero me conformé en ese momento con mirar desde una ventana a los varios usuarios que estaban usando las computadoras, todos muy entretenidos en sus tareas frente a los monitores. Lo único que pensé fue: ¡Wow! Con tal de que esto dure, que sepan cuidar los equipos y las instalaciones, dándoles periódicamente mantenimiento y procurando que nada falte, me parece fenomenal.
Por si esto fuera poco, visité la cancha de futbol donde también hay una pista donde se puede ir a correr. Parece ser que, por el momento, la entrada al parque será gratuita, pero por el uso de ciertas áreas se cobrará una cuota mínima de recuperación. Usar la pista, por ejemplo, costará cinco pesos la hora, mientras que entrar a la alberca costará diez pesos por el tiempo que el usuario desee. Yo estoy de acuerdo con que se cobren estas cuotas. ¿Por qué? Una, porque el parque deberá sacar de alguna parte todo lo que requiera para mantenerse en las mismas condiciones impecables con las que se acaba de inaugurar; y dos (y más importante aún), porque la gente no sabe cuidar lo que no le cuesta, es triste, pero es la verdad (así “semos”), y el ciudadano acapulqueño tiene mucho que aprender todavía sobre cuidar y respetar el medio ambiente y las instalaciones que usa (y en este caso más evidentemente que en otros) para su propio beneficio.
No tuve tiempo de visitar todo el parque. Me faltó acercarme a la cafetería y a otras áreas que solo pude ver desde lejos. La sección de las albercas todavía no estaba lista, pero creo que próximamente la abrirán al público. En términos generales, salí satisfecho, seguro que cuando vaya a correr o hacer ejercicio al nuevo Cici mi experiencia será muy diferente a la anterior.
Así luce el Cici de Ciudad Renacimiento ahora:
Es probable que los lectores de este blog estén un poco desconcertados por esta entrada, sobre todo, porque no es el estilo de los artículos que escribo. Más de uno pensará que se trata de alguna clase de promocional para el Cici de Ciudad Renacimiento. Nada que ver con lo que me motivó a escribir estas líneas y a exponer estas fotos. Es cierto que de vez en cuando me gusta escribir cosas diferentes, además de que los domingos se antojan más como días para compartir reflexiones, videos o canciones, que para escribir artículos muy elaborados y cargados con citas y referencias.
Escribí este artículo consciente de que, en otras partes del mundo, hay parques infinitamente mejores que éste: con mejores instalaciones, más sofisticados, con áreas más extensas, mejor diseñadas, etcétera. Lo interesante aquí es que uno no esperaría que en una zona como Ciudad Renacimiento (con sus muchas dificultades sociales, de inseguridad, de pobreza, entre otros factores) hubiera un parque con las características que tiene éste, lo cual resulta ciertamente muy esperanzador, porque se está dando la oportunidad de gozar de los beneficios que el deporte y las actividades recreativas implican a una comunidad que realmente los necesita.
El reto ahora es mantenerlo, que no pase lo mismo que ha ocurrido con otras obras que empiezan con mucha pompa, pero que al cabo de los años se olvidan y vuelven a caer en un estado precario de abandono. No solo es un reto para quienes les competa hacerse cargo de semejante función, sino también para los usuarios que hagan uso de sus instalaciones. Los encargados de éste (y de cualquier otro parque o centro recreativo en Acapulco) tienen la misión de preservarlos en impecables condiciones. La misión de quienes acuden a ellos es hacer las actividades para las cuales se hicieron tales instalaciones, lo que representa su razón de ser, y contribuir en su cuidado también (lo que equivale también a ser, simple y llanamente, buenos ciudadanos).
Dice Julio Numhauser que todo cambia en este mundo y hace algunos días comprobé que esta aseveración puede cumplirse incluso en Acapulco. La letra del autor, que fuera interpretada maravillosamente por la Voz de América, brotó como un eco en mi cabeza mientras contrastaba los recuerdos del lugar que estaba visitando y lo que ahora miraba.
Hubo antes de que entrara a las nuevas instalaciones un par de eventos que, digámoslo así, hacían necesaria esta visita: ver como estaba cambiado el lugar poco a poco su aspecto desde afuera y, principalmente, los comentarios que una persona había compartido conmigo en las instalaciones de Telefórmula justo antes de que pasara a entrevistarse con Marco Antonio Aguileta: “(…) se acaba de inaugurar _me dijo_ y está de primer nivel”. Pensé que seguramente estaba exagerando, así que hace un par de días, aprovechando que pasaba cerca del lugar y que tenía tiempo para detenerme un rato, me decidí comprobarlo por mí mismo.
Para quienes conocieron el viejo Cici de Ciudad Renacimiento, la diferencia con el nuevo les parecerá notoria. Hace algunos años yo iba a correr ahí. No era un lugar agradable. No es que hubiera inseguridad, bueno, al menos yo no recuerdo haber tenido algún problema. La gente que acudía al parque, gente mayor en las mañanas y gente más joven en las tardes, iba a correr, hacer ejercicio, jugar algún deporte o simplemente a socializar mientras caminaban en grupos de tres o cuatro, sin faltar por supuesto, las parejitas que buscaban ubicarse en un rincón apartado para ponerse románticas. Quizá, y hasta el momento en que yo dejé de ir (hace varios años ya) no era inseguro, lo que obviamente no significa que la seguridad que pudiera brindar un personal debidamente capacitado no faltara.
El gran problema, lo que hacía que el lugar no fuera agradable, era el aspecto de abandono que tenía, y no solo eso, sino que estuviera efectivamente casi abandonado: espacios de concreto sucios, llenos de hojas, basura y excrementos de perros y hasta de caballos, porque éstos y otros animales entraban sin ninguna clase de restricción; nula iluminación, ya fuera en las mañanas muy temprano o en las tardes cuando la luz de sol comenzaba a menguar; correr en tiempos de lluvia era terrible, porque como habían muchos árboles de mango, uno debía tener mucho cuidado para no resbalarse con las cascaras tiradas por doquier; coches que entraban y se estacionaban aquí y allá, señal inequívoca de que no había ningún orden o alguien que tuviera como función hacer que éste se mantuviera, si bien de vez en cuando podía verse a quienes aparentemente hacían sus rondines para vigiar el lugar.
Así era el Cici de Ciudad Renacimiento (las fotografías las tomé de Google Map):
El nuevo Cici de Ciudad Renacimiento es muy diferente ahora. Apenas te acercas a la puerta, te sientes obligado a preguntar al personal que está cuidando la entrada si el acceso es gratuito o no. Entras y el ambiente que se percibe, en primera instancia, es de orden y limpieza. Se aprecia la presencia de mucho personal, mujeres y hombres, todos vestidos con playeras reglamentarias, lo que te permite identificar claramente a quienes puedes dirigirte para pedir alguna información. Zonas con césped, lo que en el viejo escenario parecía crecer accidentalmente y a golpe de porrazo, en el escenario actual parece ubicarse estratégicamente en zonas destinadas para lucir como eso, como zonas con césped, ni más ni menos. Instalaciones nuevas que permiten realizar distintas actividades, tanto deportivas como recreativas. Para mí fue una sorpresa mayúscula acercarme a una de estas instalaciones y ver, desde afuera, a muchos niños bailando zumba, riéndose _dijeran mis paisanos “quitados de la pena”_ mientras seguían los movimientos del instructor.
Una sorpresa fue también el servicio de red inalámbrica que, mediante una clave de acceso que ellos mismos te facilitan, te permite navegar en Internet gratuitamente. Cuando me enteré de esto, me pareció bastante bien, pero cuando me enteré que tienen una biblioteca virtual me quedé, como dicen, “de a seis”. Un parque, en una zona con las características que tiene Ciudad Renacimiento (en donde, según dicen, “el viento no regresa”), con una biblioteca virtual me pareció demasiado. Me asomé y, si mi curiosidad hubiera sido mayor me habría aventurado a entrar y comprobar la calidad de los equipos y la rapidez de conexión, pero me conformé en ese momento con mirar desde una ventana a los varios usuarios que estaban usando las computadoras, todos muy entretenidos en sus tareas frente a los monitores. Lo único que pensé fue: ¡Wow! Con tal de que esto dure, que sepan cuidar los equipos y las instalaciones, dándoles periódicamente mantenimiento y procurando que nada falte, me parece fenomenal.
Por si esto fuera poco, visité la cancha de futbol donde también hay una pista donde se puede ir a correr. Parece ser que, por el momento, la entrada al parque será gratuita, pero por el uso de ciertas áreas se cobrará una cuota mínima de recuperación. Usar la pista, por ejemplo, costará cinco pesos la hora, mientras que entrar a la alberca costará diez pesos por el tiempo que el usuario desee. Yo estoy de acuerdo con que se cobren estas cuotas. ¿Por qué? Una, porque el parque deberá sacar de alguna parte todo lo que requiera para mantenerse en las mismas condiciones impecables con las que se acaba de inaugurar; y dos (y más importante aún), porque la gente no sabe cuidar lo que no le cuesta, es triste, pero es la verdad (así “semos”), y el ciudadano acapulqueño tiene mucho que aprender todavía sobre cuidar y respetar el medio ambiente y las instalaciones que usa (y en este caso más evidentemente que en otros) para su propio beneficio.
No tuve tiempo de visitar todo el parque. Me faltó acercarme a la cafetería y a otras áreas que solo pude ver desde lejos. La sección de las albercas todavía no estaba lista, pero creo que próximamente la abrirán al público. En términos generales, salí satisfecho, seguro que cuando vaya a correr o hacer ejercicio al nuevo Cici mi experiencia será muy diferente a la anterior.
Así luce el Cici de Ciudad Renacimiento ahora:
Es probable que los lectores de este blog estén un poco desconcertados por esta entrada, sobre todo, porque no es el estilo de los artículos que escribo. Más de uno pensará que se trata de alguna clase de promocional para el Cici de Ciudad Renacimiento. Nada que ver con lo que me motivó a escribir estas líneas y a exponer estas fotos. Es cierto que de vez en cuando me gusta escribir cosas diferentes, además de que los domingos se antojan más como días para compartir reflexiones, videos o canciones, que para escribir artículos muy elaborados y cargados con citas y referencias.
Escribí este artículo consciente de que, en otras partes del mundo, hay parques infinitamente mejores que éste: con mejores instalaciones, más sofisticados, con áreas más extensas, mejor diseñadas, etcétera. Lo interesante aquí es que uno no esperaría que en una zona como Ciudad Renacimiento (con sus muchas dificultades sociales, de inseguridad, de pobreza, entre otros factores) hubiera un parque con las características que tiene éste, lo cual resulta ciertamente muy esperanzador, porque se está dando la oportunidad de gozar de los beneficios que el deporte y las actividades recreativas implican a una comunidad que realmente los necesita.
El reto ahora es mantenerlo, que no pase lo mismo que ha ocurrido con otras obras que empiezan con mucha pompa, pero que al cabo de los años se olvidan y vuelven a caer en un estado precario de abandono. No solo es un reto para quienes les competa hacerse cargo de semejante función, sino también para los usuarios que hagan uso de sus instalaciones. Los encargados de éste (y de cualquier otro parque o centro recreativo en Acapulco) tienen la misión de preservarlos en impecables condiciones. La misión de quienes acuden a ellos es hacer las actividades para las cuales se hicieron tales instalaciones, lo que representa su razón de ser, y contribuir en su cuidado también (lo que equivale también a ser, simple y llanamente, buenos ciudadanos).
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