Por el Mtro. Fernando Reyes Baños


Los hombres tienen concepciones acerca de sí mismos, que organizan para construir su masculinidad, con las que pueden asumir voluntariamente, comportamientos relacionados con atributos socialmente valorados como masculinos (González, 1999). Tales creencias reciben el nombre de estereotipos de género.

De los estereotipos de género se deriva el modelo de la masculinidad hegemónica, el cual impone la idea de que sólo hay un modo de ser varón y que éste debe caracterizarse, invariablemente, por tres grandes atributos: el honor, el valor y la agresión; Willson (2005) por su parte, se refiere a los siguientes contenidos estereotípicos: rol de héroes, machos potentes que todo lo pueden y comportamiento agresivo e intrépido; en cualquier caso, queda claro que las expectativas sociales puestas en los hombres son altas y más si se considera la rigidez con que tales requerimientos deben cumplirse. Al respecto, Figueroa, Hernández, Lamas y Perelman (2001, p. 197) comentan: "Algunas de las interpretaciones que se dan de este comportamiento aluden a modelos de masculinidad que muchos varones deben o tratan de cumplir ya que de lo contrario temen ser marginados, discriminados y sancionados socialmente (...)", no obstante recuérdese que la asunción de tales estereotipos dista mucho de ocurrir pasivamente, por lo que también debe tomarse en cuenta la existencia de masculinidades alternativas, por ejemplo, la contestaria, que activamente reta, cuestiona y rechaza la masculinidad hegemónica (Ramírez & García, 2002).

Los hombres, en contraposición con lo que se espera de los seres genéricos que encarnan la femineidad, para ser reconocidos en una sociedad que valora los atributos masculinos, deben demostrar que son racionales, agresivos, valientes, fuertes, atrevidos, aguantadores, independientes, viriles y, sobre todo, perfectamente capaces de controlar y dominar sus emociones y afectos (Ponce, 2004). Kimmel y Levine, por su parte, explicaron en 1992 que la masculinidad se construye cuando los hombres organizan las concepciones que tienen de sí mismos y se asumen voluntariamente, como seres capaces de correr riesgos, de experimentar dolor o malestar (sin doblegarse a éste), de ambicionar constantemente la acumulación de bienes: dinero, poder, parejas sexuales y experiencias, así como evitar a toda costa cualquier conducta que pueda asociarlos con lo femenino, lo cual incluye obviamente despojarse de lo afectivo, porque la expresión de sentimientos nuevamente puede hacerlos ver como cercanos “al lado opuesto” de su género (citado por Pérez, Cunningham, Serrano & Ortiz, 2007). Díaz (2007) por su parte, al referirse al machismo mexicano como una expresión exagerada de la hombría, caracteriza este estereotipo con una norma que, basada en la superioridad de algunos atributos del hombre “macho”, por ejemplo fuerza y tamaño, determina que es él quien debe mandar, dominar y someter a las mujeres (y a otros hombres).

Cabe señalar empero, que mantenerse a la altura de lo que tales estereotipos de género demandan implica, según los expertos, algunas repercusiones importantes para los hombres.


Referencias
  • Díaz Guerrero, R. (2007). Psicología del mexicano 2. Bajo las garras de la cultura. México: Trillas.
  • Figueroa, J. G., Hernández Forcada, R., Lamas, M. y Perelman Javnozon, L. (abril, 2001). Tolerancia y ejercicio sexual de los varones: tensión entre minorías y hegemonías. Mesa redonda presentada en el Seminario Internacional sobre Tolerancia, Ciudad de México, México.
  • González Gabaldón, B. (1999). Los estereotipos como factor de socialización en el género [Versión impresa]. Comunicar, (12), 79 - 88.
  • Pérez-Jiménez, D., Cunningham, I., Serrano-García, I. y Ortiz-Torres, B. (2007). Construction of Male Sexuality and Gender Roles in Puerto Rican Heterosexual College Students. Men and Masculinities, 9(3), 358-378. Artículo recuperado el 7 de octubre de 2010, de la base de datos SAGE.
  • Ponce, P. (2004). Masculinidades diversas. Desacatos, (16), 7-9.
  • Ramírez, R. y García Toro, V. (2002). Masculinidad hegemónica, sexualidad y transgresión [Versión impresa]. Centro Journal, 14(1), 5-25.
  • Wilson Osorio, J. (2005). Flexibilización masculina. Revista de menopausia. Recuperado el 10 de octubre de 2010 en http://www.encolombia.com/menovol6200-flexibilizacion.htm



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