Del prurito...

Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


La connotación mas generalizada de prurito es aquella que nos dice que es el deseo persistente de realizar algo de la mejor manera posible, aun cuando en materia de salud, prurito es picazón, comezón.

No siempre, por desgracia, cuando hay un prurito por hacer las cosas o cierto tipo de cosas, salen como las deseamos, a pesar de nuestra buena disposición para ello.

No es menor el número de veces en las que nos hemos visto involucrados en diferentes acciones, de lo mas bien intencionadas y por alguna razón resultan desastrosas, los ejemplos sobran y por ello se han acuñado expresiones como que el camino del infierno está lleno de buenas intenciones, entre otras.

En nuestro puerto se han llevado al cabo un sinnúmero de obras que tal vez con la mejor intención del mundo o no tanto, nos han llenado de molestias sin fin o de plano han resultado en el mas estrepitoso de los fracasos como consecuencia de su inoperancia o de plano lo absurdo de su construcción. Pero la mayoría de ellas han sido en la agresión en contra del paisaje, de la vista, de la visión paradisíaca que se tiene de nuestra Bahía de Acapulco.

Hemos dicho hasta el cansancio y esto es una verdad aprobada por el señor Perogrullo, que la gente cuando nos visita viene, en primer término, a ver (algunos a conocer por vez primera) el mar; vienen a disfrutar el paseo costero caminando o en vehículo, vienen a disfrutar del paisaje que nuestro puerto prodiga y que se engalana con las puestas de sol verdaderamente paradisíacas, entre otros de sus múltiples encantos.

Sin embargo existe y no sé por qué, el prurito de tapar, de mil formas diferentes el paisaje, de impedir que los visitantes y los locales podamos acceder al disfrute de la vista placentera del oleaje, de los tonos diferentes del mar, del susurro de las olas al llegar a la playa, en fin de los encantos de la naturaleza que fue pródiga en este lugar.

Así, se construyeron de una manera totalmente arbitraria los adefesios que sobre la playa circundan a la bahía convertidos en hoteles y en departamentos en condominio, abuso que se prolongó en la actual zona llamada Diamante. También hay construcciones para albergar restaurantes, comercios, oficinas y todo tipo de adefesios que tapan el paisaje. De amarga memoria fue el siniestro túnel o paso a desnivel de 800 mts. enfrente del parque Papagayo que con motivo del Paulina se ordenó su cierre y se recuperó el paisaje absurdamente quitado.

Son contadas las llamadas ventanas ecológicas y lamentablemente desde el escritorio desde las oficinas centrales federales se dan concesiones para que sigan construyendo más obstáculos para disfrutar de nuestro excepcional paisaje.

Y sigue la mata dando. El sábado retro próximo se llevó al cabo un evento cultural organizado por el cónsul honorario de Filipinas en nuestro puerto, el Dr Mario de la O Almazán por la celebración del Día Mundial del Galeón de Manila y se celebró en la explanada exterior del fuerte de s. Diego, motivo de nuestra presencia y lugar desde el cual todavía se aprecia la vista de parte de la bahía.

Sin embargo a la salida alguien manifestó, al pasar por el callejón que limita el estacionamiento del fuerte, que se estaban construyendo unas oficinas, al parecer, para la dirección del fuerte, pero que se pretendía levantar un segundo piso y lógicamente esta construcción taparía la vista hacia la bahía que desde ese ángulo se puede apreciar.

Nadie duda de la necesidad de la construcción de tales oficinas y bien lo merecen quienes han demostrado capacidad y éxito con su gestión al frente del museo, pero sí valdría la pena que se dijera si se va a levantar un segundo piso que, obviamente, va a tapar, una vez mas, la vista hacia el mar desde ese ángulo. En un acto de transparencia creo que los habitantes y los visitantes del puerto merecemos una explicación, en aras de la protección de la vista del paisaje. O usted, preocupado lector, ¿qué opina?