De la actitud...

Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


El ser humano está en permanente evolución y ello hace cambiar su entorno, sin perjuicio de que el entorno lo hace cambiar según sus necesidades, requerimientos, fines o propósitos, todo ello en un fenómeno de retroalimentación.

Sin embargo, conserva una serie de características, las más de ellas genéticas, que le permiten enfrentarse a su realidad cotidiana para así realizar su existencia.

En los últimos tiempos nos hemos visto sacudidos hasta los cimientos emocionales con los cambios tan drásticos que se dan en todas las áreas y en todas las actividades humanas, motivadas por los adelantos tecnológicos, científicos, artísticos, así como de una violencia galopante producto de la ignorancia, la falta de oportunidades, especialmente para los jóvenes, la desintegración familiar, la corrupción galopante que se da en todos los niveles tanto en el sector público como en el sector privado, y una miseria galopante, inicua, entre otros.

De esta guisa si bien existen muchos aspectos que nos motivan a la superación, ya existe una tendencia importante por lograr la elevación espiritual del hombre en virtud de la cual se pretende cambiar la tendencia hacia la depresión, el fracaso, la desilusión por el optimismo, el éxito, el amor universal, así como otros valores espirituales.

Desde luego que hay que luchar contra un pragmatismo y un utilitarismo execrables, así como en contra de la estulticia, la cerrazón, la ignorancia, el oportunismo, la envidia, el coraje, el rencor, la venganza, el odio, y tantos otros elementos que devienen en un lastre para lograr esa elevación de la conciencia.

Es el caso que para ello resulta de trascendental importancia la actitud que tengamos para enfrentar a la adversidad.

Recordemos que la actitud es una postura del cuerpo humano, y también se aprecia en la postura de un animal cuando quiere llamar la atención, pero en general la entendemos como la disposición de ánimo manifestada externamente. De ahí que la adversidad se entienda como la calidad de adverso, que significa suerte adversa o infortunio, así como adverso significa contrario, enemigo, desfavorable, opuesto materialmente a otra cosa.

Luego qué actitud tomar frente a la adversidad. En un supuesto verdaderamente hipotético en el cual una persona esté desahuciada por la medicina respecto de enfermedades terminales, que se encuentre desempleado, que su entorno familiar se está desintegrando y que no tiene, por el momento, solución a sus problemas, lo importante es saber qué hacer y cómo remediarlo, siempre y cuando se tengan las reservas emocionales para hacerlo, sin pensar ni recurrir al suicidio, sin perjuicio de que aquí entra un factor de trascendental importancia: el carácter, la voluntad, el coraje, la autoestima, el quererse a sí mismo, lo cual depende de los objetivos que se tengan en la vida, pero básicamente se impone enfrentar los problemas y ver cuáles son las posibles soluciones, en otras palabras tomar al toro por los cuernos, pero eso se hace cuando uno fue educado, entrenado, enseñado a enfrentar los problemas y resolverlos, queriéndose a sí mismo, tener un alto grado de autoestima y sobre todo, tener el coraje y el valor para enfrentar la adversidad, sin desmayar, sin dejarse vencer, pero todo depende de la forma en que fuimos estructurados por nuestros padres o tutores, pues los maestros nos dieron los conocimientos técnicos o científicos, pero nuestros progenitores, además de los genes que son importantísimos, nos dieron el ejemplo con sus enseñanzas y la apreciación vívida de los valores de nuestra sociedad y de nuestro tiempo.

Cuando la actitud frente a la adversidad es con inteligencia, con voluntad férrea, con vehemencia dentro de la conciencia plena por lo que se está luchando, estamos siendo congruentes con nuestra condición humana de excelencia. Ni más ni menos. O usted, decidido lector, ¿qué opina?