Del cumplimiento...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Recordamos que cumplir es ejecutar, llevar al cabo, satisfacer una obligación o cortesía, entre otras acciones que conlleva el término y, consecuentemente, cumplimiento se entiende por la acción y el efecto de cumplir.

De esta guisa este verbo y esta acción resultan una premisa indispensable, insoslayable, sine qua non, para llevar al cabo, para realizar fácticamente los propósitos o las obligaciones, en su caso, que se hayan adquirido motu proprio y en la especie nos encontramos que la realidad, las mas de las veces esta siniestra y terrible realidad nos ha enseñado que quienes adquieren obligaciones bajo la premisa del do ut des, do ut facias, facia ut des, facia ut facias (doy para que des, doy para que hagas, hago para que des, hago para que hagas de los principios del derecho romano, de las obligaciones), o bajo los compromisos adquiridos por ley para ser cumplidos a cabalidad, no responden con el cumplimiento correspondiente o, en el mejor de los casos, lo hacen a medias.

Al respecto eso nos lleva a recordar y a señalar específicamente el compromiso jurídico- político que adquieren quienes llegan a la presidencia del país, porque el pueblo se los confirió en su momento, merced al proceso electoral llevado al cabo y el artículo 87 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice, en términos generales, que el presidente al tomar posesión de su cargo (ya sea ante el Congreso o ante la Comisión Permanente o ante el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en su caso), deberá protestar en los siguientes términos: “ Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”.

Mas claro ni el agua. Sin embargo nuestra historia está llena de casos muy tristes y lamentables en virtud de los cuales tal protesto no se cumple ni se ha cumplido a cabalidad y especialmente lo hemos visto en los últimos tiempos como es el caso de la docena trágica encabezada por los “gobiernos“ panistas que acabamos de padecer.

Y así en toda la jerarquía gubernamental, los titulares de los poderes ejecutivos de sus respectivas entidades y municipios hacen su protesta pero al final de cuentas se salen con sus deficiencias e ineficacias, amén de sus corruptelas, salvo los casos de excepción y es el pueblo, como siempre, el encargado de pagar “los platos rotos”. Tal parece, por lo descrito, que la Constitución y las leyes que de ella emanan son letra muerta, habida cuenta de que gobernantes y gobernados no tienen conciencia en su estructura personal de la obligación jurídica, política, ética y ciudadana de respetar y en su caso hacer respetar a la Carta Magna y sus leyes reglamentarias. Nuestros “próceres” afectados de “declaracionitis” llenan los medios con una serie de promesas, excusas, encubrimientos, pretextos y toda sarta de declaraciones para justificar sus limitaciones (que son obvias) frente a los problemas que tienen que resolver.

Gobernar, administrar, dirigir y canalizar los recursos (humanos, financieros y materiales) del pueblo requiere no solo de buenas intenciones sino de capacidad y visión de Estado de parte de los gobernantes y una participación responsable de parte de los gobernados, todo ello en aras de lograr prosperidad y paz para nuestro pueblo.

De ahí que resulta bastante profiláctico, sano, el hecho de celebrar de una manera relevante el aniversario de la promulgación de nuestra Constitución vigente desde un 5 de Febrero como el día de antier pero del año de 1917 y con entrada en vigor el día primero de Mayo del mismo año.

Es así que vale la pena insistir en que las celebraciones próximas del Centenario de la Promulgación de la Constitución tienen como propósito: recordar, difundir, reflexionar y sobre todas las cosas cumplir la Constitución por parte de gobernantes y gobernados sin excepción alguna. O usted, cumplido lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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