De lo fabuloso...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Una de las prioridades elementales del ser humano es la que concierne a la alimentación o sea el de proveer lo necesario para proporcionar los nutrientes menester para nuestra vida biológica.

Desde siempre en un ejercicio instintivo de error-acierto nos hemos dedicado a encontrar en la naturaleza el alimento y a base de este ejercicio hemos ido logrando la escogitación de plantas, semillas, animales y otros elementos que nos proporcionan vida desde las células, los tejidos, los órganos, los aparatos y los sistemas que integran nuestra estructura física- biológica.

Hay, desde luego, una gama infinita de estos elementos que hemos estado utilizando los cuales se siguen tomando de una manera natural y en otros casos se han ido domesticando, cultivando hasta llegar a productos que forman parte de nuestro consumo de una manera habitual.

Sin embargo en esa permanente constante intención del ser humano para transformar todo lo que le rodea, se han introducido infinidad de químicos de tal suerte dañinos que ponen en peligro nuestra salud y de una manera peligrosa nuestra supervivencia, tal es el caso de todos los productos chatarra inventados por el hombre, así como la cantidad dantesca de productos químicos que se utilizan tanto en la protección de plagas, de plantas y animales, así como de nutrientes para la tierra en donde estas se cultivan y se crían, en su caso.

Todo ello lleva a poner un toque de alerta, con mas precisión diríamos, un llamado de alarma para prevenir a la humanidad de los grandes riesgos que se corren en el consumo de estos productos llamados “comida chatarra” y por si esto fuera poco, como cerecita del pastel la producción impresionante que se está haciendo de semillas transgénicas por parte de empresas transnacionales envenenadoras del planeta como lo son la Monsanto y Pioneer, entre otras.

Entre uno de los productos transgénicos que la Monsanto ha introducido en nuestro país, no solo con la complacencia si no con la complicidad de los gobiernos inmediatos anteriores, que incluso han creado leyes que impiden el cultivo de nuestras semillas criollas, v. gr.: el maíz que ha sido cultivado desde nuestros mas remotos tiempos y que forma parte del nutriente, del alimento principal de nuestro pueblo.

Siendo pues el maíz, nuestra fuente alimentaria mas relevante , resulta que como consecuencia de la intromisión de estas transnacionales en nuestro país al vendernos toneladas y toneladas del venenoso maíz transgénico y llevándose toneladas y toneladas de nuestro maíz criollo, y merced a leyes insólitas que no permiten a nuestros campesinos sembrar su propio maíz si no acreditan ni garantizan su origen (que viene de siglos atrás ) pueden ser demandados por esas compañías que tiene registradas sus propias semillas, con lo cual están invadiendo nuestro territorio con su maíz transgénico y creando, a su vez una peligrosísima dependencia alimentaria.

Sin embargo existe una realidad fabulosa que puede revertir este fenómeno si nuestros “próceres” se envuelven en la vestimenta del patriotismo y de la solidaridad social, aprovechando el programa de la Cruzada contra el Hambre, recién instaurada.

Lo fabuloso de ello es que en la “Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la UNAM, un equipo de investigadores, encabezado por los doctores Margarita Tadeo y Alejandro Espinosa, desarrollan un maíz de alto rendimiento con una capacidad de producción por hectárea 40% mayor a la del grano que usualmente se cultiva en el territorio nacional. Así, en tanto este último produce en promedio 7.6 toneladas por hectárea, los granos desarrollados en la UNAM, denominados PUMA-1157 y PUMA-1159, producen en la misma extensión de tierra un promedio de 10.8 y 9.5 toneladas, respectivamente. Las dos variedades son para cultivarse en las zonas de transición El Bajío-Valles Altos, que comprenden regiones de México localizadas en alturas de entre 1800 y 2200 metros sobre el nivel del mar”.

También resulta fabuloso saber que esta planta produce una mazorca más llena y sana que, una vez crecida, no se cae ni se dobla merced a la fuerza del viento. Así mismo su altura es inferior a la que se cultiva actualmente, lo cual facilita el proceso mecanizado de la cosecha, pudiendo agregar que esta planta resulta fabulosa por que resiste varias enfermedades como las provocadas por hongos.

De esta suerte, han desarrollado, mediante cruzas, variedades resistentes a plagas, malas condiciones ambientales y alto contenido proteínico además de muy productivos (de 9 a 12 tons por hectárea, contra el promedio nacional de sólo 2.4). Vamos, en 30 años ha desarrollado 16 híbridos, algunos de los cuales son los llamados: H-135, H-50, H-48, V-357C, V-358C los cuales deben de ser aprovechados por nuestros campesinos para lo cual la autoridades competentes deben dar apoyo y promoción suficientes de tan fabulosos productos de la investigación y estudio, así como de su logro de parte de nuestros científicos mexicanos.

Ante este estado de cosas resulta “una paradoja que a pesar de su aparición en forma silvestre en nuestro territorio hace 5 mil años, de que México sea la cuna de su domesticación, y de que a lo largo de la historia moderna los investigadores mexicanos hayan creado 246 variedades de alto rendimiento, haya escasez de maíz”.

Como es obvio se necesitaría ser un topo (mis respeto a tan simpáticos animalitos), para no darse cuenta que el monopolio que ejerce Monsanto en toda esta realidad que nos invade, produce todos estos trastornos en el cultivo y la comercialización de nuestro principal producto alimentario que es el maíz, con lo cual se actualiza el clamor de que “sin maíz no hay país” propalado por el organismo internacional Greenpeace y Guerreros Verdes, entre otros, con la extraordinaria y valiente ambientalista la doctora Elena Kahan al frente. La noticia es estupenda. Su proliferación e instrumentación son insoslayables. O usted, impactado lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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