Por Fernando Reyes Baños


Para entender mejor cómo las dificultades y los mecanismos de control social afectan a gays y lesbianas, teniendo como trasfondo las características predominantes del sistema sexo/género, se revisará el modelo de Vivienne Cass, el cual se ocupa principalmente, del desarrollo de la identidad sexual de los homosexuales. Ciertamente, existen otros modelos: los de Troiden, Coleman y D’Augelli, pero en esta ocasión prestaremos especial atención al de Cass, por ser uno de los más citados en la literatura sobre este tema.

En el modelo de Cass, según Evans, Forney y Guido-DiBrito (1998), la identidad homosexual se logra avanzando, etapa por etapa, a través de un proceso de desarrollo que se produce gracias a la interacción entre el sujeto y su entorno, y para el cual resulta significativo que los homosexuales resuelvan la incompatibilidad entre cómo se perciben ellos mismos y cómo los perciben los demás, lo que los conducirá a integrar su identidad como gays o lesbianas en un concepto global de sí mismos (Montoya, 2009); para ello, Cass describe seis etapas de desarrollo, a saber:

1. Confusión (se siente diferente a los demás).- La información que, directa o indirectamente, va adquiriendo acerca de la homosexualidad es percibida como haciendo alusión a su caso, lo que genera la sensación de ser diferente al resto de las personas, experimentando ansiedad y/o confusión. Cabe señalar que la información que recibe el sujeto de parte de la sociedad está conformada, generalmente, por etiquetas que reflejan una actitud homofóbica que, lastimosamente, queda arraigada en su psique durante esta etapa de desarrollo, dando lugar a lo que Mondimore (1998) refiere como homofobia internalizada, definida por Ortiz (2005) como la incorporación que los homosexuales hacen de los significados negativos, los prejuicios y los estereotipos asociados con la homosexualidad y la transgresión de los estereotipos de género.

2. Comparación (se plantea por primera vez la posibilidad de ser gay o lesbiana).- La sensación de sentirse diferente a los demás empieza a incluir la sensación de ser sexualmente distinto (Mondimore, 1998); en la medida de que el sujeto es capaz de admitir que puede ser gay o lesbiana, experimentará que la confusión que trataba de reducir en la primera etapa disminuye, aunque también podría ocurrir lo contrario, es decir, que se niegue a aceptar esta posibilidad y que trate de actuar como lo haría un heterosexual.

3. Tolerancia (va asimilando la idea de que probablemente sea gay o lesbiana y se muestra tolerante hacía la orientación que parece corresponderle).- El sujeto admite que probablemente sea gay o lesbiana, lo que alivia parte de la confusión experimentada antes sobre su identidad, pero tolerar esta idea demanda afrontar también la diferencia entre cómo se perciben a ellos mismos (como homosexuales) y cómo perciben ellos a sus amigos, compañeros o coetáneos (como heterosexuales), situación que al implicar cierto grado de aislamiento, los induce a tener sus primeros contactos sociales y sexuales con otros homosexuales, de los que dependiendo cuán favorables sean, desarrollarán una percepción positiva o negativa de la subcultura gay o lesbiana (Montoya, 2009).

En el próximo artículo revisaremos las últimas tres etapas del modelo de Cass, así como también algunas de sus limitaciones teóricas.


Referencias
  • Evans, N. J., Forney, D. S. y Guido-DiBrito, F. (1998). Student Development in college. San Francisco, CA: Jossey-Bass.
  • Mondimore, F. M. (1998). Una historia natural de la homosexualidad. España: Paidós Contextos.
  • Montoya Tajón, M. (2009). Identity Development of Latino Gay Men. Tipo de trabajo no publicado. Psy. D., Antioch University, Antioch Santa Barbara: Clinical Psychology.
  • Ortiz-Hernández, L. (2005). Influencia de la opresión internalizada sobre la salud mental de bisexuales, lesbianas y homosexuales de la Ciudad de México [Versión impresa]. Salud mental, 28(04), 49 - 65.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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