Del maíz...

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Rodrigo Juárez Ortiz


Es innegable el derecho que tenemos los gobernados a expresarnos, de externar todo aquello que signifique un atentado, por parte de nuestros gobernantes, en contra de nuestros derechos fundamentales y, en especial, de todo lo que atente en contra de nuestra salud y de nuestra vida, que es el valor fundamental de la existencia.

Es cierto que existen los mecanismos jurídicos para hacerlo, siempre y cuando no se afecten derechos de terceros, sin embargo y tomando en consideración que experiencias tenidas con autoridades anteriores que no veían ni oían las quejas y planteamientos de la ciudadanía, ésta optó por hacerse escuchar tomando las calles y realizando todo tipo de actos que consideraron menester para ser escuchados, solo que no se tomó en cuenta que tales manifestaciones están reguladas por la ley y tiene limitantes que, básicamente, consisten en respetar los derechos de terceros, y cuando éstos se conculcan, cuando esto sucede, lejos de obtenerse el apoyo o simpatía de la ciudadanía que es a la que supuestamente representan o tratan de proteger, lo único que logran es el repudio general, por los daños y perjuicios que ocasionan, como muy lamentablemente sucedió con las manifestaciones vandálicas, salvajes y tumultuarias de parte de los sedicentes “maestros” y “normalistas” que atentaron de una manera primitiva en contra de personas, inmuebles, vehículos, e instalaciones particulares y gubernamentales en el estado y que también se sabe, en Oaxaca y ahora en Michoacán, entre otros.

Sin embargo, resulta plausible una manera de manifestarse en forma diferente, que si bien pudiera ser peligrosa, no afecta el cotidiano vivir de la gente, no afecta derechos de terceros, ni atenta contra los bienes ni derechos de los demás, habida cuenta de que fue hecha por expertos y donde se tomaron todas las precauciones posibles. Me refiero a que en días pasados activistas de Greenpeace (organismo ambientalista mundial), subieron a la estructura de la Estela de Luz (edificio construido por la administración anterior panista, para la celebración del Bicentenario de la Independencia y muy discutida por los malos y posibles corruptos manejos que la rodean), a mas de 70 metros de altura y desplegaron una manta de cuatrocientos metros cuadrados que decía:”No OGM y una imagen de maíces de Monsanto que semejan una bomba de tiempo, permaneciendo ahí alrededor de cuatro horas.

Vale la pena saber que Aleira Lara, coordinadora de la campaña de Agricultura sustentable y transgénicos de Greenpace dijo: “ estamos aquí para exigirle al gobierno que actúe y niegue a Monsanto, Pioneer y Dow Agrosciences las solicitudes de siembras a escala comercial de maíz genéticamente modificado” ( El Sol de Acapulco 17-V-13) y continúa diciendo:” La Estela de Luz se ha convertido en un foro de denuncia pública en donde se han señalado las malas prácticas del Gobierno y los golpes que éste ha dado al pueblo mexicano. Aprobar las siembras de maíz transgénico sería un golpe más para los productores de este grano, para el medio ambiente, para la biodiversidad, y para la herencia alimentaria y cultural de millones de mexicanos y sus generaciones futuras. Es decir, es irresponsable y un riesgo mayúsculo permitir este tipo de siembras en México” Y Greenpeace exigió que el Gobierno federal “debe desenmascararse y definir si está a favor de la siembra de maíz transgénico en México y de las empresas transnacionales que lo comercializan, o si defenderá al campo mexicano, a la biodiversidad y a la gente”

Todo ello por la muy conocida y funesta acción del maíz transgénico que estas compañías están introduciendo a México, contaminando a nuestro maíz originario y otros cultivos, llevándose por toneladas al natural y vendiendo el suyo el cual ya no puede reproducirse mas de una vez, creando una dependencia alimentaria con el producto básico de la alimentación de los mexicanos. Hay que y urge, detenerlos ya. No hacerlo nos resultaría catastrófico.

O usted, angustiado lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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