De la precariedad...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Un día como hoy, 19 de Septiembre pero de 1985, padecimos en la capital de la república un terrible temblor que causó daños materiales de gran costo, una muy lamentable pérdida de vidas humanas, pero nos trajo así mismo, grandes enseñanzas: el valorar la vida humana, el sentido y la praxis de la solidaridad social y la muy tardía capacidad de reacción de las autoridades competentes.

Ahora en nuestro país se está padeciendo el impacto de dos meteoros, uno del Golfo de México “ Ingrid ”y otro del Océano Pacífico “Manuel ” (muy normal en esta estación), que han afectado a dos tercios de nuestra patria según nos informan, así como al estado de Guerrero y especialmente a la ciudad, al puerto y a la bahía de Acapulco .

Los medios se han encargado de difundir, no sin cierto amarillismo (por la relevancia que tiene Acapulco en el renglón turismo), los estragos y consecuencias que ha causado el tal “Manuel”, v.gr.: pérdida de vidas humanas, heridos y desaparecidos; daños causados en el sistema de agua potable por el crecimiento del caudal del rio Papagayo; cortes y derrumbes en la carretera federal a México y en la Autopista del Sol; inundación de calles, avenidas, predios y casas habitación; deterioro de transformadores y caída de postes de luz; caída de rocas y deslaves en avenidas principales, solo por mencionar los mas obvios.

Pero las consecuencias se han dejado venir en cascada, v.gr.: turistas varados (que vinieron a celebrar las fiestas patrias) sin poder irse a sus lugares de origen ; suspensión de clases en escuelas y universidades por la imposibilidad de desplazarse en calles y avenidas colapsadas así como deterioros y falta de servicios en las instalaciones; lógicamente mengua en la prestación del servicio público del transporte; doce mil personas en albergues ( en todo el estado), en donde hay carencia de alimentos, insalubridad y falta de agua potable; pérdidas totales en restaurantes de Puerto Marqués; mas de tres mil viviendas afectadas por la inundación en las colonias Colosio y Cepsa; cuarenta y cinco mil personas incomunicadas en treinta colonias y siete comunidades rurales por el desbordamiento de los ríos Papagayo, de La Sabana y de la Laguna Negra, entre los mas evidentes .

Desde luego que las autoridades de los tres niveles de gobierno están haciendo esfuerzos para salir adelante con la solución de los problemas, así como se está teniendo la participación de todas aquellas personas que en un rasgo de verdadera solidaridad están prestando voluntariamente servicios y logrando acopio de víveres y ropa, medicamentos y otros, lo cual nos parece altamente plausible y de digno reconocimiento,. sin embargo no se están dando los mejores resultados por la falta de coordinación, la falta de elementos, la falta de entendimiento de los recipiendarios de la ayuda, la histeria, el pánico y la desesperación que viven por las consecuencias de esta tragedia.

Pero ello nos lleva a pensar en el término precario, entendido como inestable, inseguro o escaso que aplicado a nuestro caso nos lleva a observar con tristeza y con una gran preocupación la precariedad de la existencia de nuestros conciudadanos toda vez que viendo en conjunto las escenas de los noticiosos es inconcebible el tipo de “ casas” en donde habitan carentes de lo mas elemental, como vías de comunicación asfaltadas, y toda suerte de servicios públicos (consecuencia del deporte local del “ paracaidismo”). Pero la precariedad se extiende a la escasez de cultura, de educación, de principios, de valores, lo cual trae como consecuencia la agresividad, la falta de respeto a los familiares y autoridades, en algunos casos la delincuencia y la violencia; el avorazamiento de los taxistas, urbaneros, colectivos y demás aumentando las tarifas arbitrariamente, igual que los dueños de tendajones y misceláneas en la venta de alimentos, sin perjuicio de los voraces hoteleros que están exigiendo a sus huéspedes pagos excesivos, los asaltos a los turistas (diez) en la caseta de La Venta y como cerecita del pastel, lo vergonzoso y vergonzante del aprovechamiento de la tragedia para convertirla en caos por la turba desatada asaltando tiendas y robando aparatos electrónicos llevados en los carritos de la propia tienda, solo permitiendo la policía el robo de comida, sin perjuicio del deporte local de tirar basura en la calle que al llover va directo al mar.

Tenemos que seguir luchando por superar esta precariedad. O usted, consciente lector, ¿qué opina?

1 Comentario:

Simonpetrus dijo...

Hola Rodrigo:

Buenas tardes. He leído tu articulo con preocupación por la suerte de pueblo hermano de México. Pero lo más grave de todo es la actitud de los ciudadanos y, desde luego de sus autoridades, que solo piensan en el lucro personal olvidando la solidaridad que se requiere en un caso como este. Me parece que a ustedes les sucedo lo mismo que nos paso a los Colombianos; un gobierno corrupto y un pueblo indiferente.

Un abrazo fraternal abrazo,

Simonpetrus



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