De la degradación...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


No hay la menor duda en saber que la degradación es la acción de degradar, sin perjuicio de que ésta implica, entre otros, humillar, así como envilecer, sin perjuicio de su connotación que señala el hacer perder a algo su valor, sus cualidades, en suma, disminuir insensible y sistemáticamente.

Al respecto recordamos que la naturaleza humana ha sido discutida y valorada desde que el hombre apareció en el planeta y así hay quienes han dicho que el hombre es malo por naturaleza, mientras que otros sostienen lo contrario, y al final de cuentas como nadie nos puede dar un concepto objetivo de lo que es bueno o es malo, válido para todo tiempo y lugar, entonces estamos frente a algo esencialmente subjetivo, carente, en consecuencia, de certidumbre.

Sin embargo esta valoración subjetiva ha operado según el lugar y los parámetros que tengan y que cada conglomerado social ha impuesto y como una forma de hacerlos respetar, ha creado al derecho, el cual es obligatorio en su cumplimiento aun en contra de la voluntad del destinatario de la norma jurídica.

Esta evolución de las determinaciones y de los valores sociales que se han impuesto en Occidente, han acrecentado y enriquecido los valores que sirven de parámetro a nuestros semejantes, sin embargo, en la actualidad se han observado y padecido conductas verdaderamente insensatas, pedestres, primitivas, propias de salvajes y bárbaras que nos hacen reflexionar sobre este tópico que aparentemente estaba superado pero tiene una actualidad impresionante.

No hace mucho, recordarán algunos que una viejecita con su paraguas solía golpear a un carterista que era descubierto infraganti el cual huía despavorido, pues contaba con la participación de los transeúntes en su contra; posteriormente esto dejó de suceder cuando el o los maleantes empezaron a herir y, en su caso, a asesinar a sus víctimas en la comisión del acto delictivo y los testigos presenciales no intervienen en lo mas mínimo por el temor fundado de también ser agredidos.

En la actualidad los crímenes se han vuelto mas violentos, mas crueles, mas salvajes (sin superar, por supuesto, la barbarie de la Santa Inquisición o los crímenes institucionalizados). Al respecto son múltiples las causas y los razonamientos que se dan para explicarlos (jamás, pues sería absurdo, para justificarlos), que van desde la desintegración familiar por la participación de la madre en el mercado de trabajo, o por la falta de empleo para el padre o los hijos, por la ignorancia al ya no poder ir a la escuela, por la carencia total de valores en nuestra escala axiológica, por la pobreza y la miseria de millones, por la violencia que se prodiga a raudales en las series televisivas estadounidenses que nuestra tv comercial difunde a pasto, por la carencia total de la espiritualidad, por el acrecentamiento galopante de la deificación al sensorio y a los bienes materiales y de consumo, obviamente por la incapacidad patente de nuestros “ próceres” para imponer la ley, así como la execrable corrupción que nos ahoga y que, al parecer, no tiene fin, entre otros muchos, tantos que agobian.

Esto viene al caso por la indignante y absurda muerte de un recién quinceañero, de 3º de Secundaria que esperando su camión en la mañana para ir a su escuela fue asaltado por un ¿cómo llamarlo? primate quien le quiso arrebatar su teléfono celular, recién adquirido con mucho esfuerzo de su trabajo como ayudante de jardinería y para pagarlo en abonos con el apoyo de su madre, razón por la cual forcejeó con el agresor el cual lo mató a puñaladas, y el colmo, todavía lo despojó de sus tenis en Tlalpan, D.F.

Tal vez a algunos no les cause impacto la noticia habida cuenta de las atrocidades verdaderamente inverosímiles que cotidianamente nos reportan los medios, o ya se perdió la perspectiva ante la monumental crisis que se vive, pero debemos reflexionar y cada quien en la esfera de su competencia hagamos lo que nos compete por reivindicar nuestros valores, así como nuestra solidaridad social y nuestro amor al prójimo. Es lo menos exigible. O usted, solidario lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.



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