De la esperanza...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Ante los embates no deseados por ser inconvenientes, peligrosos o francamente atentatorios en contra de nuestra vida, nuestra salud, nuestra libertad o nuestro bienestar, los seres humanos hemos creado el concepto de la esperanza y le hemos dado la connotación de la confianza que se tiene de lograr una cosa o de que se realice lo que se desea.

De esta guisa, una tenue luz de esperanza se asomó, en días pasados, ante la noticia muy grata de que el juez federal Décimo Segundo de Distrito en Materia Civil del D.F. otorgó una medida precautoria para el efecto de que tanto la Sagarpa como la Semarnat suspendan todo tipo de permiso experimental, así como frenar el procedimiento de liberación comercial para la siembra de este tipo de alimento en nuestro país.

¿Y qué con eso? se preguntarán los ignaros del asunto. Pues que se está abriendo la posibilidad jurídica de que se trate a fondo el problema, nada mas y nada menos que de la contaminación de nuestros maíces criollos, así como su desaparición paulatina para ser substituidos por un maíz transgénico impulsado por grandes transnacionales como Monsanto y Pionner , entre otras; maíz que solo produce una cosecha y ya no tiene la capacidad para resembrarse, obligando entonces a que los campesinos del agro mexicano, les compren las semillas transgénicas, en virtud de que no pueden sembrar sus semillas criollas, tenidas por generaciones desde la aparición del maíz en nuestras tierras en virtud de la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas, promulgada por el sexenio panista anterior y publicada en el D.O.F el 15 de Junio de 2007 creándose con ello una catastrófica dependencia alimentaria, habida cuenta de que solo podrán sembrase semillas certificadas y está en chino antiguo que nuestros campesinos tengan la certificación de sus semillas que datan de siglos, sin perjuicio de las dificultades infinitas que les acarrearían dichos registros, cosa que las transnacionales sí pueden hacer pues ellos las producen; en tal virtud, merced a que simplemente por el viento un campo sembrado de maíz transgénico (semilla prohibida ya en la Unión Europea por sus efectos dañinos en los organismos de hombres y animales y por ello se vinieron a Latinoamérica) ) contamina con su cimiente a los cultivos de otros colindantes o no (hasta donde llegue la fuerza del viento) se reproduce en otro campo con lo cual las transnacionales pueden reclamar que se les está robando su semilla, lo cual está castigado, sin perjuicio de que están comprando nuestro maíz criollo para llevárselo y así tendremos una dependencia alimentaria que sería criminal padecer.

La dimensión de esto podrá deducirse de saber que el “gobierno” panista concedió 43 permisos experimentales ( en Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Tamaulipas, los cuales deja sin efecto la suspensión provisional comentada) para estos cultivos y está en proceso una solicitud para sembrar 11 millones de hectáreas de maíz transgénico,(casi la mitad del país), así como un permiso para la siembra de 250 mil hectáreas de soya transgénica.

De perderse el juicio iniciado por una demanda colectiva de numerosas organizaciones y personas interesadas en el tema y representado el movimiento por Adelita San Vicente Tello, (que comparte, en su área respectiva, la luchadora infatigable Dra. Elena Kahn ) si las autoridades decidieran abrir al país a la siembra de este veneno transgénico, no solo se aniquilaría al campesinado mexicano que vive o sobrevive del maíz, sino que todo nuestro pueblo estaría sometido al consumo (por la fuerza histórica de su ingesta) del venenoso maíz transgénico que Monsanto y otros nos quieren imponer.

El juez tomó en cuenta, entre otras, que se aportaron pruebas de que el maíz transgénico, restringido a cierto número de hectáreas contaminó los campos sembrados de otros campesinos.. En suma el bien jurídico a proteger es “el derecho humano de conservar, utilizar y participar de la biodiversidad de los maíces nativos, frente a la amenaza que representan los maíces transgénicos” nos comenta el buen amigo Ramón Ojeda. Tenemos la esperanza de que se haga justicia. O usted, esperanzado lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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