De la debacle...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


El presente año y en especial el fin del mismo, han sido el entorno temporal en virtud del cual nuestro país ha tenido reformas trascendentales, de tal jaez, que han impactado y seguirán haciéndolo en los próximos años, a lo político, a lo jurídico, a lo económico, a lo social, a lo cultural y, en términos generales, a la totalidad de los mexicanos.

Se han llevado al cabo transformaciones de gran calado, tanto en la Constitución como en las leyes secundarias (muchas de las cuales están todavía en proceso), para poner a México en posición de transformarse en un país próspero y competitivo.

Así, hemos tenido reformas en telecomunicaciones, en la cuestión educativa, en la hacendaria, en la financiera, y ahora, la joya de la corona, en la energética.

El tema es polémico, habida cuenta de que se trata del principal recurso con el que contamos y del cual hemos estado viviendo todos estos años. Al respecto, el Constituyente Permanente ya aprobó reformas en los artículos clave del uso de los hidrocarburos y como dicen en mi pueblo, palo dado ni Dios lo quita.

El quid del asunto está en que si estas reformas van a ser o no, benéficas para México, ya que por un lado los promotores de la reforma aducen, vía una propaganda bestial a través de los medios, de que el petróleo seguirá siendo nuestro; que habrá avalanchas de inversión privada, tanto nacional como extranjera; que se aumentarán los empleos; que la luz y los combustibles serán mas baratos y un largo etcétera, y por el otro hay voces que aducen que se atentó en contra de la soberanía nacional pues se ofertan nuestros recursos energéticos al mejor postor vía contratos privados; que si el petróleo seguirá siendo nuestro, las utilidades del mismo se irán a los bolsillos privados de las transnacionales y de los particulares; que PEMEX tiene dos años para organizarse y pueda competir con los grandes pulpos transnacionales, lo que la pondría en desventaja al competir en igualdad de circunstancias, toda vez que ha sido víctima de un desmantelamiento (a propósito para malbaratarla), así como de una sobre explotación por parte del gobierno vía el fisco y otras razones de corrupción ya conocidas.

El tiempo dirá a quienes asiste la razón, sin perjuicio de no olvidar que el capitalismo se dio frenéticamente a fines del s.XIX y principios del s.XX, lo que impulsó una gran inversión en toda Latinoamérica, calculándose para 1914 en 7, 567, 000,000 de dólares, y no se le veía el término. Sin embargo, esto no sirvió para crear sociedades industriales en estos países, como en los E.U.A., sino al revés, sirvió para consolidar la dependencia del extranjero, acentuándose con ello las características del subdesarrollo que todavía quedaban como lastres del colonialismo español y portugués. En suma, “ La exportación de materias primas baratas, la importación de productos industriales caros, el control de compañías extranjeras de algunos de los sectores mas importantes de la economía, las enormes diferencias en los niveles de riqueza, la concentración de la tierra en manos de un pequeño grupo de latifundistas, un ingreso per cápita global mucho mas bajo que el de los países industrializados, un sistema educativo rezagado que daba por resultado un alto grado de analfabetismo…” , nos dice Friedrich Katz, son fenómenos que ya no queremos que se repitan, pues de lo contario estaríamos caminando para atrás.

Es obvia la relevancia del tema y por ello nos es difícil de entender el porqué de la nebulosa rapidez en que se dio esta reforma energética; el desaseo en el cumplimienhto de las disposiciones constitucionales y en los reglamentos respectivos; sin perjuicio de la velocidad que las legislaturas locales las aprobaron como un acto disciplinario partidista y no por conciencia democrática.

Nadie duda de la necesidad de transformar a México para seguir avanzando en el camino de lograr nuestros propósitos nacionales, pero como pueblo, como nación, no como vehículo para enriquecer solo a una casta en detrimento de la gran mayoría de connacionales que padecen hambre y están en la miseria total.

Estaremos vigilantes para ver el o los logros de esta reforma que, en principio y como se dejó venir, no avisora sino una gran debacle y un entreguismo a ultranza, como en los viejos tiempos. Ojalá y nos equivoquemos para bien de México. O usted, abatido lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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