De la ingratitud...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


En estas fechas en que una parte muy importante de seres humanos en el planeta festejamos un acontecimiento verdaderamente trascendental en nuestras vidas, así como también un año nuevo espera para ser vivido, nos colmamos de buenos deseos, nos deseamos logros por alcanzar, así como muchas felicidades para los acontecimientos venideros, pero en esta euforia, las mas de las veces nos olvidamos del ser agradecidos con quienes nos brindaron y nos brindan las posibilidades y los mecanismos para ser mejores cada día, tanto para con los demás, como para con nosotros mismos.

Esto se ve en todos los ámbitos de la actividad humana. El diario trajín de la vida nos impulsa a luchar por la existencia y en la gran mayoría de los casos por una muy elemental y precaria subsistencia y en esa tesitura nos olvidamos de aquellos que dieron sus vidas en aras de lograr mejores estadios de bienestar e, incluso de felicidad, para sus congéneres.

Viene al caso la reflexión porque hace 5 días, precisamente el 22 de los corrientes, se celebró una ceremonia en Ecatepec, Edo. Méx.para conmemorar el CXCVIII Aniversario Luctuoso del Generalísimo Don José Ma. Morelos y Pavón, Siervo de la Nación como él mismo se nombró en un acto de verdadera y acrisolada modestia.

Es a la vida y obra de este auténtico prócer de nuestra Patria que se homenajeó el día 22 retropróximo, durante una ceremonia en donde el titular del Ejecutivo federal, miembros de su gabinete, gobernadores y otros servidores públicos, hicieron patente un reconocimiento a la heróica lucha que libró el gran Morelos para con su, nuestra Patria.

Lamentablemente no tuvimos noticia de eventos con el mismo propósito en otras partes de la república, como tampoco en Guerrero o en Acapulco, lugar, este último, así como Cuautla, en donde se acrecentaron sus grandes logros en la Guerra de Independencia.

Es a hombres de esta gran estatura no solo nacional, sino universal, a quienes no debemos olvidar, a quienes debemos de seguir agradeciendo todo lo que hicieron por nosotros, (en una visión de futuro), los actuales mexicanos, merced a cuyo esfuerzo, tesón y entrega, ahora podemos disfrutar de una valiosa e ineludible libertad, tergiversada por muchos y violentada por otros, pero que al fin y al cabo, estamos disfrutando y con el propósito de acceder a nuestro destino, como país y como individuos, a pesar de los actos temerarios pero fríamente calculados de retrocesos históricos que nos entregaron, una vez mas, a las manos voraces y rapaces de los grandes consorcios internacionales por su insaciable apetito por nuestras riquezas naturales y en especial por nuestros recursos energéticos y todo ello disfrazado de supuesto promisorio bienestar para nuestro pueblo, en actos que pretenden terminar con actitudes nacionalistas , llamados caducos y obsoletos, sino de inamovilidad para el país. Al respecto baste recordar las reacciones siniestras de las compañías extranjeras expropiadas en 1938 y ahora échele un vistazo a sus declaraciones en los medios estadounidenses en donde no pueden ocultar su beneplácito, su enorme satisfacción por la “” apertura” del petróleo mexicano a su disfrute por ellos, merced a las reformas constitucionales recientes en nuestro país, y propalan que ellos van a generar enormes dividendos por los que vale la pena “arriesgar” en sus inversiones. Es obvio que la gran tajada del pastel se la van a llevar estas compañías extranjeras, si no, entonces no la aplaudirían tanto. Pero se dice que también nuestro país se beneficiará, pero evidentemente no tanto como la inversión extranjera. Queda claro que el tiempo lo dirá.

Las crónicas nos dicen que la Casa de Morelos, en San Cristóbal Ecatepec, en donde fue fusilado, está actualmente “ descuidada, sucia, y su monumento pintado a las trácalas, como si fuera pulquería”. No se vale. Honremos pues a Don José Ma. Morelos y Pavón el cual se merece un reconocimiento grandioso, acorde a su insigne estatura histórica, de ahí nuestro recordatorio luctuoso y el de demostrarlo con la construcción de una estatua monumental del prócer, en Pueblo Nuevo, en el Parque Nacional del Veladero, en este nuestro entrañable Acapulco. Es lo justo. O usted, agradecido lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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