Desde la reja

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Por Fernando Reyes Baños


Después de los últimos acontecimientos vividos en Acapulco y también de lo que hemos padecido como sociedad en los últimos meses, queda una gran incertidumbre: muchos defienden la causa de los profesores (y digo "profesores" porque así como no todos los médicos son doctores, así tampoco todos los profesores son maestros), arguyendo que defienden los derechos de todos y que la crítica negativa a su movimiento que se desprende de varios sectores sociales es producto de la ignorancia y el conformismo de quienes no entendemos cómo están las cosas; inclusive, hay quienes los han llegado a denominar como "los últimos mohicanos", pero... y es que siempre hay un pero, la verdad de las cosas es que deberíamos ser demasiados ingenuos para creer que la realidad es así de simple y que asumir una actitud de todo o nada vale para lidiar con cualquier clase de circunstancias. ¿No ha sido el magisterio en nuestra localidad siempre reacio a ser evaluado?, ¿no han estado siempre los profesores inconformes con su salario a pesar de que éste no siempre es tan bajo?, ¿Guerrero no ha estado siempre entre los últimos lugares en lo que respecta a rendimiento y aprovechamiento escolar de sus educandos?

Asumir una actitud maniqueísta ante las circunstancias es poco realista: el gobierno no puede zafarse de ser tildado de corrupto por las razones que quieran presentar ante un presidium, pero tampoco los profesores pueden librarse del escrutinio: aviadores, profesores mal preparados, que se la pasan más tiempo en marchas y bloqueos que frente a un salón de clases... ambas partes tienen mucha "cola que les pisen". Al ver las imágenes del desalojo de ayer, reflexiono: ¿qué hacía una persona de la tercera edad en el ojo mismo del huracán social que vimos desatarse? No importan los argumentos que se expongan: las personas mayores no están para estar en esa clase de cosas, que tal haya sido el fatal desenlace de esta persona es consecuencia de la poca responsabilidad y respeto hacia quienes merecen, por nuestra parte, los mayores cuidados. ¡Ya ni hablar de los niños y mujeres involucrados! Usarlos como escudo, como pretexto para evitar que la ley se aplique es, por dónde se le vea, un acto de cobardía, el más vil acto de cobardía que podría ejecutarse. Ahora resulta que si la ley se aplica es represión... entonces: ¿se vale secuestrar autobuses?, ¿se vale afectar a otros sectores sociales con bloqueos y marchas continuas?, ¿se vale que los demás padezcamos los efectos de la violencia perpetuada por los profesores en una ciudad y puerto con tantos problemas como Acapulco: calles destrozadas, crimen organizado, autoridades incompetentes, cultura vial ausente, con un evidente excedente de bares y antros invadiendo ahora banquetas, etc.

Si, la cosa no está fácil. Al menos deberíamos empezar por sincerarnos: cuando yo salí de la universidad brincos habría dado si un puesto de trabajo hubiera estado esperándome por la sola razón de que así debiera de ser. No se me ocurrió hacer marchas o bloqueos para demandar que así fuera. Mis pares me habrían dicho; ¡Estas loco! Solo a los profesores les dan ese beneficio. Y yo, cuya licenciatura me excluía de ese gremio privilegiado, tuve que buscarle por mis propios medios, conseguí un trabajo y luego otro mejor remunerado y, como me di cuenta que con una mayor preparación podría aspirar a puestos más altos, me puse a estudiar y, habiendo conseguido el grado de maestro (que no solamente profesor), conseguí un puesto mejor y así lo seguí y lo sigo haciendo hasta la fecha. Estimado profesor: quizá al principio te creí que lo hacías por los 43 desaparecidos, pero ahora siento escepticismo al respecto, sería mejor que lo aclararas y dijeras que lo haces por dinero, quizá todavía por los desaparecidos, pero principalmente por dinero; también deberías aceptar las cosas como son, es decir, "quien a hierro mata, a hierro muere", en otras palabras, tú que has decidido actuar con violencia: secuestrar autobuses, agredir civiles, incendiar locales, destruir coches, etc., no deberías esperar que la violencia que generas no termine por generar más violencia, ¿te digo algo?, yo, como parte de esos otros sectores sociales que existimos alrededor tuyo, ya estoy harto de ustedes.

Dicen que "el que se lleva, se aguanta", bueno, lo de hace algunos días es prueba de que este hartazgo social por lo que nos han estado haciendo desde hace tiempo empieza a manifestarse. ¿Esperan recibir apoyo de otros sectores sociales? ¡Pero cómo! Si gracias a ustedes algunos de nosotros nos estamos quedando sin trabajo, padecemos sus bloqueos y manifestaciones con todas las consecuencias que implica llegar tarde (¡o no llegar!) a algún lugar, sin mencionar además el clima de inseguridad que causan a su paso. Si, concuerdo con el abogado Melquíades: nuestras autoridades se han mostrado tibias desde el principio, si desde entonces hubiesen actuado con mano dura, esto sería otra cosa hoy.

Profesor (y no sé si realmente lo estimo, pero quiero seguir respetándolo todavía): yo, como vocero de otros, le diría que admitan la realidad, con todas sus agravantes y que busquen otras alternativas, porque la violencia hasta ahora no ha sido productiva y hasta ahora, creo, solo les ha hecho perder cualquier comprensión que cabría esperar por las injusticias que pudieron haber padecido. Sé que ésta no es una respuesta del todo comprensiva, que está exenta de información que la respalde y fundamente, y que seguramente faltaron muchas variables que considerar, por lo que la considero el producto de una reacción visceral de mi parte, pero... aquí entre nos: ¿quién podría culparme de algo así en un clima que parece permitir cualquier clase de reacción sin importar cuán estúpida, sin sentido o poco racional pueda ser?

En realidad, veo el panorama con tristeza y pesimismo: si los países recibieran calificaciones y el mundo fuera un enorme salón de clases, ciertamente, México se merecería una calificación reprobatoria. Nuestro gobierno, nuestros profesores, nuestros estudiantes, la sociedad entera, en promedio, están, ESTAMOS REPROBADOS. ¿Qué hace un estudiante cuando reprueba?, tiene de dos: o le echa ganas, se pone a estudiar y procura salir mejor en lo sucesivo, o se hunde en la desesperanza y se sienta a esperar a que su apatía haga el resto por su futuro académico, es decir, seguir reprobando. Así es como México está ahora: si nuestro país fuera un estudiante, éste se encontraría sentado en una banca, con la cabeza baja y mirando al vacío, derrotado, esperando con incertidumbre a que su cerrazón obrara a nombre suyo.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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