Por Fernando Reyes Baños



La subjetividad del varón de nuestros díaspodría conceptualizarse, según Bonino (2000), como la conjunción, siempre compleja y contradictoria, de creencias e imperativos que se metabolizan, apropian, transforman y deniegan durante el proceso identitariode cada sujeto. Los varones así constituidosserán depositarios de la transmisión intergeneracional de la normatividad de género, siendo tal el poder configurador de ésta que,desde sus mandatos y a través de las mediaciones parentales, generará una organización específica para todas las subjetividades masculinas y sus contenidos. Cabe señalar que para la organización en cuestión, el predominio de las motivaciones de dominio y control (de sí mismo y de los demás),así como la lógica dicotómica de todo/nada,seránpiezas clave, junto con la influencia de la estructura patriarcal imperante en la sociedad, según la cual, dicha subjetividad es "normal", no soloporque se presenta como la estructura deseable para el sujeto masculino,sino también porque es la que más frecuentemente se manifiesta, lo que ayuda a invisibilizar cualquier patología que pudiera entreverse como consecuencia.

Así, nos encontramos en el escenario social con un varón cuya representación de sí mismo está constituida por una subjetividad en la que predominan límites y requisitos superlativos, cuya elevada exigencia presenta un deber serimposible de cumplir, ya que siempre puede hacerse algo más para ser "todo" un hombre, normatividad que de incumplirse o transgredirse provoca angustias que se vivencasi de manera insoportable por el sujeto debidoal tipo de crítica superyoica que la normatividad de género implica y a la falta de alternativas para identificarse como varón de un modo distinto a la impuesta por la estructura patriarcal. Por esoBonino (2000) afirma: "qué hombre es inmune a la inquietud que provoca la pregunta, ¿tú eres un hombre, o qué?".

De lo anterior, se deriva lo que el autor antes citado denomina malestares masculinos: problemáticas que producen sufrimiento psíquico y/o daño a sí mismo, caracterizadas por ser egodistónicas (que se viven como extrañas y molestas para el propio Yo) y por causar efectos inflacionarioso deficitariospara ciertoscomportamientos masculinos según sean éstos incentivadosorestringidos, respectivamente,con relación a las creencias sobre la masculinidad.

Los trastornos por la búsqueda imperativa del éxito y control, por ejemplo, que reflejan la obsesión masculina por el desempeño, el rendimiento y el sobreesfuerzo por mantenerse en la cima y que frecuentemente conlleva al colapso físico (como ocurre en la adicción al trabajo), representa un ejemplo de los malestares masculinos mencionados por Bonino (2000) y que, en próximos artículos, desarrollaremos.


Referencia

- Bonino, L. (2000). Varones, género y salud mental: desconstruyendo la "normalidad" masculina. En À. Carabí y M.Segarra (eds.). Nuevas masculinidades (pp- 41 - 64). Barcelona: Icaria editorial S. A.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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