Del jalogüín...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Los usos y las costumbres de los pueblos son su carta de identidad, así como el lazo de unión entre miembros de una misma colectividad, de donde se desprende su sentido de pertenencia a dichos pueblos, creada aquella por lazos sanguíneos, cultura (arte, derecho, religión, ideología, ciencia, etc.) entre otros.

Por ende resulta muy valioso el que cada pueblo conserve y perdure en sus recuerdos a través de prácticas constantes, inveteradas y generales, para darle continuidad y permanencia.

Al respecto, en los dos últimos días, se celebró en nuestro país uno de los eventos mas característicos de nuestras costumbres: el Día de Muertos, el cual ha sido comentado, descrito y divulgado en abundancia por parte de escritores notables y otros no tanto, los cuales nos han dado cuenta con el santo y seña de sus orígenes, así como de su desenvolvimiento hasta el día de hoy.

De esta guisa, todos sabemos del origen precuauhtémico de esta costumbre en nuestros lares y cómo la religión católica lo ajustó a sus celebraciones con lo cual se hizo una fortísima tradición en virtud de la cual, en síntesis, se honra a nuestros muertos, familiares, niños y adultos, amigos o personas conocidas o relevantes en la comunidad, creándose altares con frutas, flores, fotos, objetos, y platillos de la preferencia del difunto(a), amén de guirnaldas y adornos de papel picado, creándose una verdadera alegoría de colores, olores y sabores para evidenciar que a nuestros muertos no se les olvida. Curiosamente, como nuestro pueblo es muy rico en su imaginación y al hablar de muertos son inevitables las referencias a los esqueletos humanos, un excelente grabador, José Guadalupe Posada hizo mofa de personajes y gente del pueblo de la época porfiriana, caricaturizándolos usando la imagen de un esqueleto (la muerte garbancera) para todos sus personajes y fue el pintor Diego Rivera quien en un mural extraordinario vistió con un ropaje de alcurnia a uno de estos esqueletos y lo llamó La Catrina, con lo cual se ha influido tanto en nuestro país y en el extranjero, que ahora las celebraciones respectivas han abundado en este personaje, con desfiles, efigies, altares, representaciones teatrales y todo lo demás.

Lamentablemente el pochismo galopante en nuestro país ha estado influyendo sobre estas fechas con la celebración de una costumbre gringa, auspiciada y promovida, ad nauseam, por los comerciantes (en su afán por la ganancia económica), que nada tiene que ver con nuestra celebración (el recuerdo de nuestros difuntos), con una celebración traída de los gringos, que le llaman jalogüíny que, para variar, también ellos han tergiversado su verdadero origen, habida cuenta de que se trataba de una fiesta brutal, con sacrificios humanos de los celtas (para ver el futuro), un pueblo asentado en el norte de Francia y Britania, cuyos sacerdotes, los druidas, eran los encargados de llevarlos al cabo, nos dicen los que saben ( hay tesis doctorales, inclusive, al respecto), y también trataban de apaciguar al señor de la muerte, así como rogar por las almas de los muertos, ello en la celebración llamada Samhain (o Samagín) que era el 31 de Octubre, ya que dividían el año en verano y en invierno, empezando éste último en el día señalado. Obviamente tenía que ver con los ciclos agrícolas, también, pero se reconoce como la “noche de brujas”, en virtud de la cual se apagaban todos los fuegos y solo se encendían grandes fogatas en las colinas, para lo cual la gente pasaba de casa en casa para pedir leña o madera para mantenerlas encendidas. Los celtas creían que en tal fecha, se caía el velo entre el pasado, el presente y el futuro, entre otras creencias más.

De esta suerte, cuando los romanos invadieron las islas británicas, quitaron los sacrificios humanos y luego la iglesia católica hizo algunas modificaciones a los ritos y es que nació el festival de AllHallow´sEve lo que se conoce actualmente como Halloween, que los gringos han tergiversado por completo y así lo han difundido por el mundo a través de la TV y el cine, entre otros y el pochismo mexicano ya le dio carta de naturalización a lo que llaman noche de brujas y hacen fiestas disfrazados de éstas, así como con máscaras a cual mas grotescas, haciendo una mezcla muy bizarra de esta costumbre gringa con nuestro Día de Muertos, lo cual no deja de ser una aberración, pues en el jalogüín, la idea es representar monstruos, brujas, figuras escalofriantes y en nuestra costumbre es recordar a nuestros muertos, con tristeza, respeto, sí, pero también en un ambiente combinado de resignación, alegría, sentido del humor, colorido y vida, conscientes de que para los creyentes existe la resurrección, partiendo de su buen comportamiento en esta vida. O usted, consciente lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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