Un barquito de sueños II

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Por el Psic. Fernando Reyes Baños


Un barquito que a buen puerto se dirigía,
llevaba los sueños de un pueblo a bordo,
largas horas de angustia y zozobra tenía,
tras perder el rumbo y navegar a la deriva.

¿Es que no los dirigía un capitán que supiera de mar y de barcos?
¿Es que no había nadie que pudiera clarificar el destino de su viaje?
¿De qué servía el murmullo a escondidas de oídos extraños?
¿Por qué nadie decía: "¡Unámonos! Desterremos nuestra apatía, establezcamos una dirección y zarpemos".

Pero las circunstancias no parecían favorecer este clamor de rebeldía.
Un virus que velaba su vista les impedía ver la verdad.
¿Su capitán? Figura camaleónica de lengua bífida, resguardaba toda esperanza de cura.
¿Alguien más? Ninguno que por su propio motín no protestase tan sólo.
¿Quiénes afuera de sus camarotes murmuraban? Por favor...
¡¿Qué podía hacer un hombre solo ahí donde sólo el peso de la masa podía la ecuación equilibrar?!

¿Y los sueños que el barquito llevaba?
¿Y el pueblo que, a la expectativa, aguardaba su arribo?
¿Quiénes de ellos se acordaba?
¿Quién, además de haberlos embelesado para que subieran a bordo, pensó en su sana estadía,
en su travesía por las aguas, no siempre tan tranquilas, del mar abierto y en su feliz retorno?

Pero hubo quienes de ellos sí se acordaron.
Sigilosamente, desde la lejanía aguardaban que, sus dulces cantos, hechizaran los oídos de los sueños más cansados.
Con promesas de tiempos mejores intentaban seducir a los sueños que, minuto a minuto, más en la proa se hallaban.
Tristemente, la tripulación sólo podía ver a los sueños partir, volar a los brazos de las sirenas entre las olas,
y desaparecer en el horizonte, mientras que con risas jubilosas de sus otrora guías se despedían.

¿Qué esperaba la tripulación para despertar?
¿Cuál era su más grande temor a enfrentar para poder su propósito por fin alcanzar?
Cualquier mago respetable diría que por encima de ellos un diabólico poder se cernía.
¿A quién pertenecían las etéreas manos que los hilos de sus vidas controlaban a su antojo?
¿Existiría alguna fórmula mágica capaz de romper la maldición que los hacia navegar sin propósito?
¿Cuáles serían sus ingredientes? ¿Cuál sería la técnica para su preparación?

¿Estaría lo peor todavía por empezar?

3 Comentarios:

campo eliminado dijo...

Hola Fernando:

He visto recińe ahora tu mensaje en mi blog Psicometodos. Gracias por tu visita y los comentarios, sin duda que hay más de un punto de vista en el trabajo con datos y con las herramientas que el investigador tiene a su disposición. Yo sólo sugiero una de ellas, pero no puedo ocultar cierta pretensión por lograr que la comunidad científica logre asumir los recursos libres que están disponibles para todos. Visitaré vuestra página a menudo porque tiene artículos muy interesantes. Mil saludos

lamento sólo dejarte un comentario, pero no encontré ningún correo en la página como para mandarlo de manera más personal

zaid dijo...

Doctor, cuantos interrogantes con respuestas implicitas en su mismo texto, asi vivimos tambien en la actualidad, como marionetas que el destino nos lleva y a veces nos dejamos manejar
es muy profundo su escrito, creo lo mas importante es el mensaje que quiso dejar
¿no es asi?
buenisimo
zaidena

fernando reyes baños dijo...

Zaidena: ¡Muchas gracias por tu comentario! Algún día, cuando yo me haya ido remando de ese barco y mi rostro no se confunda entre los muchos que hospeda su tripulación, te contaré la historía implícta, la otra lectura, que está detrás de esas líneas. ¡Saludos!



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