Cerdo capitalista

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Por Guillermo Exequiel Tibaldo

Jugó con aquella moneda durante varios segundos, hasta que sus dedos torpes hicieron que cayera sobre el piso, con el típico aullido capitalista que provoca su tintineo. ¡Que placer aquel dinero! ¡Que satisfacción de lograr un principio! Parecía que por esa moneda era elevado al cargo de máximo poder.

Pero no era suficiente, necesitaba más, si había podido conseguir una suma, ¿Por qué no duplicarla? Embellecerla con una compañera del mismo metal, aglomerarla como un tesoro que sabe que disfruta de tener, pero que jamás podrá gastarse por su cuenta.

Acorde pasaron los meses, engordó como el cerdo que parecía desde el principio, aquella bestia alimentada de granos que ya no puede intentar moverse; ya no daba más abasto.

Y justo ahí, en ese preciso momento, sintió que su cuerpo se quebraba con el golpe del martillo, atrozmente sobre su columna y médula espinal. Aquel personaje que siempre lo alimentaba, recogía ahora de aquel alcancía destrozado, el dinero de tanto tiempo.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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