El río

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Por Adriana Livnosky


“...para dormir después con la cara empapada
de un llanto estúpido, hasta las once de la ma ñana, la hora en que traen el diario con las noticias de los que se han ahogado de veras.”

El río, Julio Cortázar




Tantas veces traté de no culparte. Pero lo hiciste imposible. Sabés qué es lo que más me duele, que no te importó demasiado. O tal vez tu desprecio y tu ironía escondan nuestro gran dolor.

Te digo que me voy a tirar porque necesito saber que fue lo que él sintió. Necesito estar en el único medio que lo cobijó. No a modo de ahogo, es lo que quiero que entiendas, a modo de reencuentro, de canción de cuna, de leche tibia, un gorjeo que me haga sonreír.

Vos sos el que verdaderamente me ahoga, vos que te encallaste en mis visceras y te sumaste al otro dolor de vientre vacío, de pechos secos. Vos que sos incapaz de decirme una palabra que me traiga apenas un consuelo, algo menos que insignificante, pero un consuelo dicho por tus labios que alguna vez me amaron, tus labios que ahora no sé si me reprochan, si me culpan, si me odian.

Qué me importa lo que opinó el médico. Nunca puede ser mejor perder un hijo. Un pedacito de cada uno, cuando ser uno podía ser cielo, alegría, esperanza y no este uno de odio, de reproches, de hablar distintas lenguas, de soportarnos estoicamente.

Sé que te parece ridículo que conserve el camisón. Pero es que estuvo cerca de él cuando nadaba en mi vientre. Cuando todavía te quedabas despierto y me escuchabas y lo sentías moverse y fingir que dormías no te liberaba de nada. Ahora me decís que en tus sueños a nadie se le ocurriría ahogarse, será por qué soñás con parejas perfectas, casas perfectas, camas perfectas. Cómo, cómo podés mentirte hasta en los sueños. Sos una gran farsa. Una farsa de la que quiero escapar. Si no lo hice hasta ahora fue porque tuve miedo, perdoname si tardé en decidirme. Tal vez, aunque no lo quiera reconocer, esperaba algo, esa palabra, esa mirada, que inventaran otra vez el milagro.

A veces siento que el tiempo se detiene y que va entrando, tibia, el agua en mi interior. El agua como una salvación, hace que él pueda seguir nadando en mis entrañas, protegido, mullido, lejos de todo lo que quisiera dañarlo.

En estos años te fuiste adueñando de los jirones de mi alma. Te volviste turbulento, tormentoso, oscuro. Las algas envolventes de tus brazos me aferran a tu cuerpo, pero tu alma hace rato que partió, junto con la mía y de pronto fuimos dos desconocidos, presos el uno del otro, con un dolor que jamás nos atrevimos a desafiar.

Te pido por favor que no me retengas. Tus juegos de palabras todavía tienen poder sobre mí, pero desde que nuestro hijo... nunca más te pertenecí del todo. De nada te sirve tratar de convencerme con tus persecuciones, esa forma que tenés de hacerme sentir ridícula. Nada importa, si yo me fui con él. Por eso ahora no me detengas más.

Ya comienza a amanecer y quizás él esté esperándome. La penumbra verde me invita; quedate, no me sigas, quiero la libertad del comienzo de los tiempos, de los tiempos ancestrales, de los tiempos de la creación, de los tiempos en que era una mujer entera y no este guiñapo de mujer que tan mal te cae. Mirá en el espejo del agua lo que fuimos y aunque sea, teneme lástima.

Son las once y me ahogué de veras. En el diario hoy figurará mi nombre. Te puedo ver a través de mis ojos fijos y abiertos. Si hubieras podido acariciar mi pelo como lo hacés ahora...

Pero tal vez fue cuestión de destino. Nosotros amándonos locamente. Nosotros perdiendo un hijo. Nosotros no perdonándonos. Nosotros odiándonos, lastimándonos, huyéndonos. Yo sacada del fondo del Sena, muerta. Vos parado en la orilla del Sena, mirándome yacer sobre las piedras, también, irremediablemente muerto.

1 Comentario:

Guillermo E. TibaldO dijo...

Jejeje

MUY BIEN ADRIANA!

Excelente relato, muy bueno.

Para los que no lo leyeron, "El Río" es un cuento de Julio Cortázar, y este relato es una adaptación hecha desde la mujer a la cual se describe en el relato, es decir que en este caso, muestra la forma vivida y sentida por ella.

Un abrazo Adriana y Felicitaciones!!

Guillermo E. Tibaldo



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