Desgraciada diversión

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Por Guillermo Exequiel Tibaldo


Oí aquel ruido en el sótano desde que era pequeño, pero jamás me atreví a entrar solo. No podía vencer mi temor y aventurarme en aquello que se me incrustaba en los ojos como algo tan desconocido: imaginaba algo tan terrible y oscuro como la noche, que mis piernas se volvían inertes. Temía caerme por la escalera, quedarme atrapado ahí para toda la vida. Aquel miedo tan profundo de que la humedad de los ladrillos gastados me aferrara entre la comisura de cemento como si se tratase de una bestia, aumentaban todavía más mi recelo a evitar aquel lugar.

Mi madre me obligaba a entrar allí en penitencia: conocía el miedo que recorría mis venas, y eso para algunos puede ser una ventaja; lo era para mi madre, que me mandaba de aquí para allá amenazando con encerrarme entre esas cuatro paredes si no cumplía con lo mandado.

Cuando estuve en edad de irme de la casa, me revelé a sus caprichos y jamás regresé hasta después de varios años cuando decidí presentar a mis hijos, ya algo crecidos. Entré a la casa por la puerta del frente esperando que me reciba, pero no la encontré en ninguna habitación, ni en la sala, ni en el jardín.

Solo me quedaba el sótano, su entrada tan negada desde mi niñez. Pero no tenía otra alternativa: debía quitarme aquel temor que tanto me atormentaba. Levanté la tapa enlazada al suelo y me metí dentro: todo parecía tan pequeño, como si hubieran decrecido al tiempo que yo crecía.

De pronto escuché aquel sonido que me ponía la piel de gallina, pero que ahora no hacía más que encontrar una respuesta racional. Miré en las esquinas, en el techo y al fin en el suelo: debajo de un cajón donde guardaba mis juguetes de niño había otra entrada que yo desconocía. La levanté y allí estaba ella, soplando una especie de caja de cartón con orificios arriba y los que a su vez tenían papel metálico encima.

Sonrió inocentemente, como si estuviésemos jugando a las escondidas.


3 Comentarios:

Anónimo dijo...

Estaba intrigada por saber que pasaría al final... muy bueno

soy Sofi, no me dejaba poner mi nombre jeje

Anónimo dijo...

buenisimooooooooooo!!!! me encanto posta!! muy bueno tibal. abrazo enormeee! el negro

Blanquita dijo...

Es terrible poder felicitarte por este medio, es la cuarta nota que escribo, te lo merecés, se notan progresos a pasos agigantados. Un abrazo. Ana María



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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