Por Sergio A. Amaya Santamaría
Nota: Hace 60 años, Gabriel García Márquez escribía en un diario de colombia una columna denominada "La jirafa", escrita de notas que llegaban a la redacción. Con esa idea hice este escrito, basado en una nota que apareció en el periódico, espero sea de su agrado.
Hay granjeros que, además de pobreza, cargan sobre los hombros el mal humor de gobernantes prepotentes. Esto viene a cuento porque en cierto país del mundo, un pobre que completa sus magros ingresos con lo que le pueda reportar una flaca zahúrda, a falta de mejores materiales, aprovechó los carteles publicitarios que promovieron la candidatura de quien, a la postre, resultó electo Presidente del país.
Mala suerte, destino o karma, vaya usted a llamarle como guste, pues a este pobre ciudadano, quien vive alejado de las zonas urbanas importantes, le ha caído la desgracia de ir a dar con sus huesos a la cárcel. Su delito: Utilizar la imagen del señor gobernante para cercar y hacer el techo del chiquero. El pobre criador de cerdos solamente pudo argumentar que no sabía que violaba alguna Ley, por lo demás, los carteles ensuciaban el paisaje urbano y la elección hacía meses había terminado.
Ahora sus cerdos están en mejores condiciones que su criador, aunque no sabemos si los celosos guardianes de la imagen del Presidente, hayan desmantelado la citada zahúrda y ahora los cerdos vaguen sueltos, hozando por esas calles de Dios.
No sabemos si lo echaron a prisión por haber permitido que los marranos usaran la imagen del Presidente para rascarse los lomos, o por algún atavismo escondido que suponen algún parecido con el multicitado gobernante, pero no cabe duda que más de uno de tales líderes merecería estar en el sitio de los cerdos, quienes finalmente no tienen conciencia, más que de la comida que les arriman. Es probable que, a fin de congraciarse con su patrón, los sesudos Congresistas emitan alguna Ley que castigue tal hecho y aunque, dicen, las Leyes no son retroactivas, la mala suerte, el destino o el karma del desdichado criador de cerdos, podría ser la excepción a la regla.
De este hecho concluimos que criar cerdos no siempre es una buena idea, particularmente en donde pudiera darse la elección de seres con más cercanía genética a los marranos, que la generalidad de la raza humana.
Los eficientes funcionarios que apresaron y juzgaron al ciudadano, deben estar ahora sumamente complacidos, haciéndose los encontradizos con el jefe, a fin de recibir su palmada en la espalda, aunque en cierto poblacho perdido en el monte, una familia esté padeciendo con mayor ímpetu los embates del hambre, pues el sostén de la familia es ahora un ejemplo de lo que no deben hacer los ciudadanos.
Tal vez el porquerizo prefirió proteger la zahúrda y no su choza, para que sus hijos no vivieran con la imagen del funcionario y pudieran llegar a tener ideas anarquistas o revolucionarias, o peor aún, se pudieran convertir en filósofos. Por lo pronto y a manera de meter nuestras propias barbas a remojar, dejemos en paz esos millones de cartelones que cuelgan en postes y que a cada momento nos recuerdan que fulano o mengano, además de tener una sonrisa brillante y amistosa, es quien nos sacará adelante del terrible atraso en que sus contrincantes políticos nos tienes atrapados. No vayamos a tener la peregrina idea de cubrir nuestro puesto de tacos con el bonachón rostro de quien, aún a pesar de la población, pudiese ser nuestro siguiente verdugo.
Hay granjeros que, además de pobreza, cargan sobre los hombros el mal humor de gobernantes prepotentes. Esto viene a cuento porque en cierto país del mundo, un pobre que completa sus magros ingresos con lo que le pueda reportar una flaca zahúrda, a falta de mejores materiales, aprovechó los carteles publicitarios que promovieron la candidatura de quien, a la postre, resultó electo Presidente del país.
Mala suerte, destino o karma, vaya usted a llamarle como guste, pues a este pobre ciudadano, quien vive alejado de las zonas urbanas importantes, le ha caído la desgracia de ir a dar con sus huesos a la cárcel. Su delito: Utilizar la imagen del señor gobernante para cercar y hacer el techo del chiquero. El pobre criador de cerdos solamente pudo argumentar que no sabía que violaba alguna Ley, por lo demás, los carteles ensuciaban el paisaje urbano y la elección hacía meses había terminado.
Ahora sus cerdos están en mejores condiciones que su criador, aunque no sabemos si los celosos guardianes de la imagen del Presidente, hayan desmantelado la citada zahúrda y ahora los cerdos vaguen sueltos, hozando por esas calles de Dios.
No sabemos si lo echaron a prisión por haber permitido que los marranos usaran la imagen del Presidente para rascarse los lomos, o por algún atavismo escondido que suponen algún parecido con el multicitado gobernante, pero no cabe duda que más de uno de tales líderes merecería estar en el sitio de los cerdos, quienes finalmente no tienen conciencia, más que de la comida que les arriman. Es probable que, a fin de congraciarse con su patrón, los sesudos Congresistas emitan alguna Ley que castigue tal hecho y aunque, dicen, las Leyes no son retroactivas, la mala suerte, el destino o el karma del desdichado criador de cerdos, podría ser la excepción a la regla.
De este hecho concluimos que criar cerdos no siempre es una buena idea, particularmente en donde pudiera darse la elección de seres con más cercanía genética a los marranos, que la generalidad de la raza humana.
Los eficientes funcionarios que apresaron y juzgaron al ciudadano, deben estar ahora sumamente complacidos, haciéndose los encontradizos con el jefe, a fin de recibir su palmada en la espalda, aunque en cierto poblacho perdido en el monte, una familia esté padeciendo con mayor ímpetu los embates del hambre, pues el sostén de la familia es ahora un ejemplo de lo que no deben hacer los ciudadanos.
Tal vez el porquerizo prefirió proteger la zahúrda y no su choza, para que sus hijos no vivieran con la imagen del funcionario y pudieran llegar a tener ideas anarquistas o revolucionarias, o peor aún, se pudieran convertir en filósofos. Por lo pronto y a manera de meter nuestras propias barbas a remojar, dejemos en paz esos millones de cartelones que cuelgan en postes y que a cada momento nos recuerdan que fulano o mengano, además de tener una sonrisa brillante y amistosa, es quien nos sacará adelante del terrible atraso en que sus contrincantes políticos nos tienes atrapados. No vayamos a tener la peregrina idea de cubrir nuestro puesto de tacos con el bonachón rostro de quien, aún a pesar de la población, pudiese ser nuestro siguiente verdugo.
Noviembre 13 de 2011 - Ciudad Juárez, Chih.
1 Comentario:
Me ha encantado tu artículo Sergio. Pobre hombre y ¡pobres políticos también porque no tienen corazón!. Un abrazo.
Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.
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